El Palacio de la Aljafería de Zaragoza exhibe desde hoy una exposición con 41 montajes que la fotógrafa e ilustradora alemana Grete Stern realizó a finales de los años 40 y con los que bajo el título “sueños” denunciaba el sometimiento, aún vigente, de la mujer en la Argentina peronista.

Se trata, como ha explicado durante la inauguración de la muestra la secretaria segunda de las Cortes de Aragón, Yolanda Vallés, de unos montajes de un mundo de ensueño que componía de antemano y siempre con un mensaje de denuncia contra el sometimiento de la mujer y en los que invitaba a sus coetáneas a rebelarse.

A través del surrealismo y dadaísmo, Stern creaba composiciones en las que aparecían mujeres encerradas en jaulas, asustadas por monstruos o acosadas por la presión de la fertilidad y que, según Yolanda Vallés, transmiten menajes “lamentablemente de rabiosa actualidad” que es “importante” que los jóvenes puedan ver.

Las obras pertenecen a la colección permanente del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) que ha cedido a las Cortes de Aragón para su exhibición en la sala de Pedro IV del Palacio de la Aljafería hasta el 9 de septiembre, fruto del acuerdo de colaboración que mantienen ambas instituciones desde 2003.

Como ha explicado la comisaria de la muestra, María Jesús Folch, estos “sueños” se corresponden con algunos de los fotomontajes que Stern realizó para el libro “Los sueños” que Gino Germani publicó en la revista "idilio" y que había logrado guardar en su estudio, ya que el resto no se conservaron.

Con los que se guardaron, Stern fue purificando títulos y creó una composición con un hilo conductivo cuya unidad se encuentra en la imagen.

Utilizando a su hija y criada como modelos y vestidas con las ropas de la fotógrafa, propias de la clase media peronista, Stern lograba reflejar la imagen de la mujer de finales de los años 40 y principios de los 50 que imperaban en Argentina, país al que llegó con su marido, el fotógrafo Horacio Coopola, huyendo de la Alemania nazi.

La exposición está configurada en tres apartados, el primero con el título “Bella y Bestia” en el que se muestra el enfrentamiento de la mujer con su parte masculina y el segundo, sobre el mundo inconsciente que sale a través de los suelos, en el que se muestra una “rara yuxtaposición” entre la realidad y la fantasía, según Folch.

En la tercera parte se muestra la imagen que de la mujer tienen la Iglesia, la corporación médica o el patriarcado como motor biológico, objeto sexual o confinada en el hogar.