El bosque de los pigmeos , última novela de Isabel Allende, cierra la trilogía que bajo el título genérico de Las memorias del Aguila y el Jaguar ha dedicado la escritora chilena a tres cuestiones de las que se confiesa militante: la ecología (La ciudad de las bestias ), la espiritualidad (El reino del dragón de oro ) y la paz. Allende recupera algunos elementos del realismo mágico que la dio a conocer con La casa de los espíritus . Esos espíritus, esas ánimas que vienen de los antepasados, no son otra cosa, según la escritora, que "la memoria".

En esta ocasión, la narración sitúa a los personajes de los dos anteriores relatos en Africa --"uno de los continentes donde están sucediendo las peores masacres"--, en el lugar que habitaron los miembros de esa tribu de corta estatura.

Alexander Cold y Nadia Santos, los protagonistas, emprenden un safari por el continente negro donde son testigos de los intentos de exterminio de los pigmeos. La autora ha evitado el paternalismo del blanco que aconseja al negro --"no quería que fuera la típica historia de Tarzán", dice-- pero ha hecho un cántico a la resolución de los conflictos sin recurrir a la violencia.

UNA GUERRA INUTIL

Sin embargo, el contexto en que la autora de Eva luna escribió el relato no era especialmente pacífico. Residente desde hace años en California, Allende comenzó a trabajar en El bosque de los pigmeos cuando Estados Unidos invadió Irak, un país "que nada tenía que ver con los terroristas del 11-S", y emprendió una guerra que "no ha resuelto nada".

Ayer, durante la presentación de su última novela publicada, la sobrina del asesinado presidente Salvador Allende no ahorró descalificaciones a la administración de George Bush. Denunció que, pese a existir libertad de prensa, la opinión pública norteamericana está "controlada" por el poder a través de los medios de comunicación; afirmó que si la elección de Bush fuera mundial, "nunca saldría elegido",

Y aseguró que si los 22 millones de mujeres que trabajan, los latinos y los afroamericanos que no votan "porque no confían en que las cosas cambien" acudieran a las urnas, "ganarían los demócratas". Pero Allende no es optimista ante las elecciones presidenciales de noviembre, pese a la movilización de gran parte de los artistas e intelectuales de EEUU.

El fundamentalismo religioso es otra de sus bestias negras. Allende confiesa tener "miedo" a las religiones porque en nombre de estas creencias "se han cometido muchas tropelías". Pero, sobre todo, por el desprecio a las mujeres. "El fundamentalismo empieza con la represión de las mujeres".

Pese a estas aseveraciones y su compromiso con la defensa del medio ambiente y la paz, la autora, que edita en 30 países, no se plantea la creación literaria como una trinchera de combate político y social. "No quiero predicarle a nadie ni quiero ser didáctica", afirmó, para agregar: "Las palabras van saliendo y se produce una coherencia entre la persona y lo que finalmente queda en el libro".

El bosque de los pigmeos forma parte, además, de un proyecto pionero realizado junto a Greenpeace para concienciar a los ciudadanos sobre el coste que tiene la edición en la existencia de bosques. Se trata de buscar la complicidad de escritores y editores con la conservación y el uso sostenido de la masa forestal en el planeta.

El libro se ha editado en dos colecciones, una por Areté y otra por el Círculo de Lectores, impresa en papel certificado con el sello FSC que garantiza la responsabilidad con el medio ambiente. Una tercera colección para jóvenes se ha editado en papel reciclado libre de cloro.

El responsable de Greenpeace, Juan López de Uralde, que acompañó a Allende, dio unas cifras escalofriantes: en el 2002 se editaron en todo el mundo 275 millones de ejemplares en los que se emplearon 25.505 toneladas de papel procedentes de 357.081 árboles.