A la abulense Julia de Castro, actriz, cantante e historiadora del arte, la conocimos como De la Puríssima, haciendo dúo con el contrabajista Miguel Rodríguez. El cuplé enredado con el jazz era su apuesta. Esa experiencia ha durado diez años, y tras una estancia en Roma con una beca, de la que salió un libro sobre la prostitución (La retorica delle puttane), Julia ha iniciado nueva etapa con nombre propio, otras búsquedas y un disco cuyo título es todo un guiño a su formación académica: La historiadora. Un álbum, de momento editado solo en digital, producido por Camilo Lara (Instituto Mexicano del Sonido), repleto de sonoridades actuales, pero que picotea en la copla, en los ritmos latinos, en el flamenco, en una especie de zarzuela fronteriza… Todo eso, con textos rotundos y provocadores como el de la canción 29 años: «Yo amo a la mujer que lleva escote / que no le importa follar de rebote…».

Con otra pieza (La alemana), a la que añadió Los niños del parque, una composición que la banda germana de electrónica Liaisons Dangereuses editó en 1981 (otro de sus hits, también en español, se tituló El macho y la nena), cerró Julia de Castro su concierto el domingo en Delicias, dentro del ciclo Bombo y platillo. Julia ya no se desnuda en el escenario (tal vez para evitar la tentación actuó ataviada con una especie de atuendo de ciclista, de una pieza (fashion, eso sí), y con zapatos de tacón. Los zapatos era fácil quitárselos, el culote, menos. Creo, vaya. Y es que los tiempos cambian. Ella lo explica en la citada canción: «Ya no me pongo faldas cortas / ya no me visto con medias rotas / ahora me gusta sentarme a mirar / a las seductoras al caminar». A Zaragoza vino acompañada por una guitarrista (Greta) y un músico digital (Amir). Así, con ese encuentro de la simplicidad de la guitarra con los ritmos sintéticos, armó su primer concierto tras el confinamiento duro de los primeros meses de covid, que fue también el estreno en directo del contenido del disco. Por eso al espectáculo le falta el recorrido necesario para tener en conjunto el brío y la contundencia que Julia de Castro despliega con su voz. Recorrido global y asunción por parte de la artista de que ahora ese terreno de juego que es el escenario ha cambiado y tiene que tomarle de nuevo la medida al espacio para ajustarse a un concepto diferente de lo que fue De la Puríssima.

Abrió la actuación con Desde que te conocí, una canción de Juan Gabriel que disfrutamos mucho en su día en la versión de Willie Colón, y siguió con el resto del contenido de La historiadora. A saber: Marínela, la cumbia Caminadora, el rap-funk Ríndete, la copla Arde Madrid, San Miguel (que acompañó con unos toques de violín), el vals Mis amigas, Santa frívola (recuperada del repertorio de De la Puríssima) y las citadas 29 años y La alemana.

Y fin, porque no tenía más canciones disponibles. En lugar de un bis sugirió un coloquio o una terapia tipo «me llamo Andrés y soy adicto al sexo», pero no coló. Así que volvimos a casa recién pasada la hora de la merienda (el concierto comenzó a las 6 de tarde) mientras Julia firmaba ejemplares de Retórica de las putas. Una caña, esta chica.