La tradición de polichinela se remonta a muchos siglos atrás como personaje de la comedia del arte y precisamente inspirado en su tradición nacieron Punch y su esposa Judy en Gran Bretaña poco después mientras que el portugués Don Roberto también cuenta con muchos años de vida en sus espaldas. De la tradición que los respalda bebe precisamente Pelegrín, el títere de cachiporra de Arbolé que cuenta con casi cuatro décadas de vida y que ayer dio una fiesta que no se quisieron perder sus amigos en el Encuentro de Títeres Tradicional Europeo que se celebró ayer por la mañana entre el Parque de la Memoria y Harinera ZGZ.

Del revuelo de los niños a la calma y atención en una pequeña barraca en la que van surgiendo los diferentes personajes hay apenas un minuto de diferencia. El que tarda el espectáculo en empezar desde que los niños se sientan en las sillas preparadas para la ocasión. En el escenario, Pelegrín, contando sus aventuras, es el encargado de abrir el encuentro ante medio centenar de niños que observan embobados los cachiporrazos del pequeño héroe.

BARRACAS PREPARADAS / Enfrente, otras dos barracas están preparadas para descorrer sus cortinas y empezar sus espectáculos. Dentro reposan los británicos Punch y Judy preparados para empezar a soltar garrotazos y el francés Polichinelle que será el siguiente en desplegar su arte ante los más pequeños. Un espectáculo en el que el idioma (francés) no es un hándicap y son los propios niños los que cantan las canciones en francés aunque desconozcan la lengua. La magia de los títeres. Esa que hace que en cuanto concluya Theatre Sas Page su espectáculo de Policinella los niños se den la vuelta rápidamente para recibir a Punch y Judy como se merecen.

Como último plato de la mañana, Trulé dará vida a Don Roberto, el personaje portugués, que no deja de ser, como el resto de títeres de cachiporra, el mismo personaje con distintas caras. El espectáculo de Don Roberto es en el interior de Harinera ZGZ donde ha montado también su particular barraca.

REIVINDICACIÓN DEL GÉNERO / Todos conformaron un homenaje al teatro tradicional que debe seguir perdurando en el tiempo en tiempos en los que, confesaban ayer los propios protagonistas de las representaciones, la cachiporra está amenazada ante la oleada de restricciones que se le está poniendo al arte denuncia. Quizá por eso, Zaragoza acogió ayer un encuentro del arte de la cachiporra para reivindicarla como elemento del juego escénico, que nada tiene que ver, ni con un sentido justiciero, ni con un ánimo moralista, ni con una apología de la solución de los problemas con la violencia; sino con una recreación tan grotesca y distorsionada que es imposible extrapolarla a la realidad, y que por un momento nos libera de ella. Algo que lleva haciendo Arbolé durante cuatro décadas convirtiéndose en un referente para el público infantil de la capital aragonesa.

En la barraca de Polichinela un inocente die que tiene sed y se lleva como respuesta un chaiporrazo. Las risas inundan la escena mientras la mañana va transcurriendo con un constante goteo de niños que se acercan al parque para disfrutar con los títeres. Todo forma parte del Festival Iberoamericano de Teatro para Niños y Niñas que este año estrenaba formato y fechas sacando los títeres a más lugares de la ciudad y, sacarlos a la calle como ayer, se ha confirmado como un acierto. De hecho, Punch y Judy son habituales de Hyde Park en Londres y Polichinela se ha recorrido también buena parte de los parques públicos franceses.

Teatro en la calle que ayer vivió tres horas entre los cuatro espectáculos que se pudieron ver y que juntaron a varios de los máximos representantes del teatro popular del continente europeo. Quizá solo falta monsieur Guiñol, que en esta ocasión no salió de su hogar en los Campos Elíseos de París después de que Pelegrín le visitara no hace mucho para celebrar su 200º aniversario. La próxima fiesta seguro que no se la pierde.