Ángeles González-Sinde (Madrid, 1965) dedica su nueva y absorbente novela a los tres hombres de su vida. A los tres amó. Y a los tres perdió. Su pareja, el editor Claudio López Lamadrid, falleció de un infarto el pasado mes de enero. Su hermano, David González-Sinde, sufrió en el 2011 un accidente mortal de tráfico. Su padre, el productor de cine José María González-Sinde, murió repentinamente en 1992 (también por un infarto).

«Nunca estamos preparados para la muerte. Toda pérdida te pilla desprevenida. Pero la supervivencia de la especie hace que no te detengas en lo que te machaca y te hunde. Encuentras asideros a los que agarrarte y sigues hacia delante».

La exministra de Cultura del gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero ha encontrado sus asideros. Es madre de familia. Es guionista, directora, novelista y articulista (en EL PERIÓDICO y otros medios). Atraviesa un duelo, un momento personal muy duro. Pero su faceta profesional es dulce. Tanto, que se ve con fuerza para seguir contando historias. «He recuperado el control de mi escritura», sostiene la autora, que en el 2013 fue finalista del premio Planeta con El buen hijo.

El matrimonio y el desgaste

Después de Kim (editada por Duomo) habla de la pérdida. Y también de las emociones, del amor, el desgaste y el matrimonio. Geraldine y John son una pareja inglesa. Se divorciaron hace décadas y apenas se ven. Un día reciben la noticia de que su única hija, Kim, ha muerto en Alicante después de recibir varios balazos. No saben nada de la vida de Kim. Ni dónde vivía, ni dónde trabajaba. Ni que tenía un hijo.

Geraldine y John viajan a España para averiguar qué ha pasado. El matrimonio emprende entonces un viaje físico y emocional. Es un reencuentro no solo con su hija fallecida sino con ellos mismos, otros desconocidos. La novela trufa el presente con el pasado para que el lector conozca cómo John conoció a Geraldine, cómo se enamoraron y cómo su amor se desgastó cuando empezaron a tener maneras diferentes de ver la vida. «En las sociedades mediterráneas la familia es importante y parece difícil que pierdas de vista a un miembro. Pero es algo que puede ocurrir. Por diferencias, desidia o lejanía puedes romper un vínculo», afirma.

«Después de 30 años divorciados, los protagonistas de mi libro se ven obligados a convivir de nuevo. Durante siete años he tenido un relación de pareja muy satisfactoria y quería saber qué se esconde detrás del enamoramiento, detrás del matrimonio», explica la cineasta.

Embarcada en la escritura (televisión, cine y novelas) González-Sinde -con dos premios Goya por el guion de La buena estrella y por la dirección novel de Una palabra tuya- no se arrepiente en absoluto de su paso por el ministerio de Cultura, pero asegura que jamás volverá a entrar en política con un cargo. Recuerda cómo abrió en solitario el debate de la piratería, ese melón que hace años nadie quería abrir. Se convirtió en el azote de la piratería en internet (su apellido bautizó la ley antidescargas) y el acoso online por parte de los que esgrimían la bandera del todo gratis hizo que se tuviera que cambiar hasta de número de móvil y fijo ante las amenazas que recibía. Sigue sin asomarme mucho a las hostiles redes.

Sin cuenta personal, utiliza Twitter solo como lectora de contenidos que le interesan, ya sea el feminismo o la industria audiovisual. «No tengo ánimo ni carácter para entrar en la pelea que son las redes sociales. Gila tenía un chiste que decía: ‘si no aguantas una broma, vete del pueblo’. Pues yo me voy del pueblo», confiesa González-Sinde, que antes de decirle que sí a José Luis Rodríguez Zapatero fue elegida presidenta de la Academia de Cine, cargo que, en su día, ostentó también su padre. «La política no acaba con la creatividad, pero tiene reglas muy estrictas. Eso sí, cuando tienes que resolver problemas políticos la creatividad es muy necesaria».