Según la nota de contracubierta, esta novela fue escrita en el 2004, cuando el mundo era otro y Marta Sanz aún no había quedado finalista en el Premio Nadal con Susana y los viejos (2006) ni había publicado uno de sus mejores libros, La lección de anatomía (2008). En los diez años transcurridos, la escritora se ha afianzado como una de las voces más originales de la narrativa actual, quizá la que con más acierto ha buscado la conciliación entre la ambición literaria y la denuncia de nuestras averiadas condiciones de vida. Esa posición entre la ética y la estética quedó expuesta en sus ensayos de No tan incendiario (2014) y ha facilitado que se la relacione con una nueva literatura social como la que practica y propugna, por ejemplo, Isaac Rosa. No fue casual, por tanto, que al publicarse con nueve años de retraso Amor fou en la editorial de Miami La Pereza (2013), apareciera con un prólogo de Rosa que aquí vuelve a imprimirse para la ocasión.

El amor loco evocado en el título demarca irónicamente el territorio de la historia: un cuadrilátero donde se cruzan cuatro personajes que administran su relación amorosa, actual o ya pretérita, de maneras muy distintas, desde el sereno aplomo de Adrián a la pasión autoconsciente de Lala, desde la obsesión voyerista de Raymond hasta la pulsión vengativa de Elisa. En esencia nada es nuevo en este álgebra, pero sí lo es la definición de los caracteres. La literatura y el cine han agotado todas las combinaciones posibles en la narrativa amorosa, pero que eso sea así ni anula ni reduce la abrasiva incidencia del amor en la vida real de la gente. La novela refleja esos efectos secundarios, sin soslayar los efectos primarios de la pasión correspondida y de la felicidad en equilibrio, casi siempre precario, a punto de perderse.

Como Marta Sanz desconfía de las versiones unilaterales, ha creado dos discursos opuestos, el de Raymond en unos cuadernos «de experimenación» donde ha ido consignando sus sesiones de espionaje de la vida doméstica de Lala con Adrián, y el relato de la propia Lala, que ha podido leer los cuadernos de su antiguo amante. La alternancia de las voces de uno y otra es eficaz.

No debe creerse, sin embargo, que Amor fou se refugia en la esfera de la intimidad de sus personajes. Muy al contrario, la peripecia está fuertemente trabada con una sociedad imperfecta en la que la desigualdad y el desamparo, el sexismo y la violencia física y psicológica tienen una presencia ostensible.

‘AMOR FOU’

Marta Sanz

Anagrama

200 páginas