Con un discurso alrededor de las palabras y sin dejar de rendir homenaje a una buena parte de los literatos que ha dado Aragón, Ana Alcolea ha recibido el Premio de las letras aragonesas en el IAACC Pablo Serrano de Zaragoza de manos del presidente de Aragón, Javier Lambán, en un acto limitado a 20 personas por la pandemia. Al mismo también asistieron el presidente de Enate, Luis Nozaleda; y el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Felipe Faci así como la delegada del Gobierno en Aragón, Pilar Alegría.

«La palabra forma parte de los mitos de la creación», ha iniciado su loada alocución Alcolea que recordó que en Egipto se tenían dos nombres, «el público y el privado, que no se le daba a nadie porque aportaba el conocimiento sobre tu identidad porque conocer la palabra es un atributo de poder», señaló una Ana Alcolea que también ligo su discurso a la situación actual: «Ahora que el signo ancestral de confianza se ha perdido porque no existe confianza en las manos de los demás, nos quedan las palabras, las que leemos, y con las que podemos seducir y envenenar (...) Creo en la literatura como vacuna contra la ignorancia».

La escritora zaragozana, que ha pasado la pandemia en Noruega, en su alabanza a la palabra tampoco ha querido olvidar a nombres importantes de la cultura como Pepe Cerdá, Pilar Aguarón, Larra, Dámaso Alonso, Ramón Valle-Inclán, José Luis Ayllón, Gil Novales, Anne Carson, Irene Vallejo, José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell, Javier Tomeo,... «En muchas ocasiones, la ficción está más llena de verdad que la propia vida y si no que se lo pregunten a Dorian Gray o a su retrato. Gracias a las palabras conviven los personajes literarios con los reales y a veces los sentimos incluso más cercanos. En mi caso, creo que el Quijote es mi familiar más cercano», ha continuado Alcolea, que pronunció un discurso bastante intenso: «Las palabras nos acarician y traen la luz del conocimiento, nos hacen libres y hacen el mundo en el que habitamos más grande. Esta situación nos ha hecho ser más conscientes de nuestra fragilidad y de la fuerza de las palabras que nos sobrevivirán siglo tras siglo», ha enfatizado la escritora que precisamente hace unos días acaba de publicar su última novela El brindis de Margarita.

El presidente de Aragón, Javier Lambán, por su parte, ha centrado su discurso en loar el trabajo de los escritores, «un oficio imprescindible al que no ayudamos desde las instituciones por generosidad sino por interés, porque lo que les damos nos lo devuelven con un cuidado esencial», ha señalado Lambán, un reconocido lector: «Sois más importantes que nunca, ahora que la pandemia está destrozando certezas es necesario que escribáis para aportar visiones, descifrar enigmas y plantear caminos y luces que aporten otros puntos de vista a los que no llegamos. Y en esa labor fundamental está llamada a tener un papel importante Ana Alcolea.

«Aragón estaba en deuda con ella, que no se salda con este premio pero que sirve para que ella sepa que la aprecia el mundo de las letras, su tierra y su gobierno», ha enfatizado Lambán, quien ha afirmado que, en estas circunstancias, «las peores», se necesitan médicos y sanitarios, personas responsables y comprometidas pero también literatos «porque alguien que se expresa bien en su idioma y cuenta cosas importantes forma parte de lo más excelente de nuestra cultura y civilización».

Felipe Faci, que ha sido el encargado de leer la loa a la premiada precisamente quiso empezar esta con palabras de Alcolea («No puedo imaginar mi vida sin todo lo que he leído y sigo leyendo») para destacar su «actitud como persona que sabe mirar y sabe ver después de más de 26 años siempre fiel a su condición didáctica».