ARTISTA Ana Moura, presentando las canciones de 'Desfado'

LOCAL Teatro Arbolé

FECHA Martes, 28 de enero

ASISTENCIA Aforo completo

De éxito hay que calificar sin duda la nueva edición del ciclo de conciertos Los que siempre vuelven, pues se está colgando prácticamente en todas las actuaciones el cartel "no hay billetes". El martes la portuguesa Ana Moura no fue la excepción, y también llenó el teatro.

Moura vino a presentar las canciones de Desfado, su disco más reciente, cuyo título es toda una declaración de intenciones, pues su propuesta trasciende las fronteras del fado tradicional, sin dejarlo de lado, para instalarse en un territorio híbrido en el que florecen también el pop, el folclore del norte de Portugal, los aires de la chanson y las cadencias jazz.

La cantante, poseedora de una voz espléndida, plena de registros que saben tocar todas las teclas de la emoción, tiene también presencia escénica y una notable habilidad para pasearse con soltura por los variados caminos de lo popular. Su mezcla de gran diva y de intérprete cercana al público resulta, además, una combinación muy atractiva.

Acompañada por Angelo Freire, guitarra portuguesa, (todo un fenómeno); Pedro Soares, viola de fado (en Portugal llaman viola a lo que conocemos como guitarra española); André Moreira, guitarra baja); JoÒo Gomes, teclados, y Mário Costa, batería y percusiones, Ana Moura fue desgranando más de la mitad de las piezas que componen Desfado (cosas como Havemos de acordar, Amor foito, E tu gostavas de mim, A fadista, Despiu a sadudade, A Case Of You --una espléndida versión de la canción de Joni Mitchell--, Até ao vera3, Fado alado y la pieza que titula el álbum), y también canciones de discos anteriores (Bailinho à portuguesa y Fado Franklin, de Aconteceu; Caso arumado, de Leva-me aos fados, y Por que teimas nesta dor, de Guarda-me a vida na ma3).

Moura (Santarém, 1979) pertenece a esa generación de cantantes femeninas portuguesas que derrochan talento y tienen claro que la renovación del estilo musical portugués más universal pasa por la máxima "todo es fado". Es decir: elevar el fado a la categoría de canción universal y dotar a esta, a la vez, del sentimiento del fado. Los resultados cantan, valga la expresión, por sí solos.