TITULO: XVIII Premio de Arte Santa Isabel

LUGAR: Palacio de Sástago. Diputación Provincial de Zaragoza.

FECHAS: Hasta el 19 de septiembre

Relegado a la primera quincena de septiembre, el Premio de Arte Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal, continúa agónico como en las últimas ediciones. Hemos de pensar, por tanto, que desde la Diputación Provincial de Zaragoza, institución convocante, no existe el menor interés en actualizar los llamativos anacronismos por los que pasará a la historia la trayectoria de este premio.

El último dislate, además de su propio título, fue la decisión de diferenciar en cada edición las diferentes modalidades artísticas en función de su soporte, obviando el pluralismo de planteamientos y sensibilidades del arte actual.

Quizás la ausencia de juicio crítico de quienes tomaron esta determinación les hizo pensar que estaban sorteando modas, pero no se trata de modas: el arte actual se quiere sin fronteras; una cuestión tan evidente que en esta XVIII edición dedicada a la escultura e instalaciones, se ha otorgado el llamado Gran Premio a la obra de Begoña Morea, Mapping a territory , una proyección sobre la pared de fragmentos reensamblados de secuencias de una película protagonizada por Paco Martínez Soria, más apropiada para figurar en la edición dedicada a la imagen, aunque quizás en éste sólo se reconozca como tal a las fotografías. Los criterios restrictivos parecen aliarse con la decisión personal del artista de incorporar en un momento dado su trabajo a una u otra disciplina, a falta de cualquier discurso teórico. De ahí que la obra de Morea es sólo un ejemplo de otras incongruencias que se observan en el triste recorrido por la selección de esculturas e instalaciones en exposición.

Se impone un cambio radical de planteamientos que apelen a la actualización de esquemas heredados del pasado, porque de otro modo de nada sirve enumerar en larga retahíla las carencias que afectan a las artes en Aragón, sobre todo cuando quienes la enuncian son los propios responsables políticos. Y no será por modelos. El apoyo y la difusión del arte joven son los objetivos que rigen numerosas convocatorias en nuestro país, pero sólo algunas suscitan verdadero interés. No es el caso del Santa Isabel, entre otras razones, además de las expuestas, porque es absolutamente llamativo el diseño, la edición y el contenido del catálogo que lo acompaña: sin apoyo teórico convincente, discurre la reproducción de obras seleccionadas sin otros datos que los de nombre de su autor y el título del trabajo. A la pésima calidad de las ilustraciones se unen los cortes arbitrarios de las mismas, que llegan a fragmentar determinadas obras como las de Silvia Guillén, ganadora del Premio Especial del Jurado a menores de 30 años, cuyo Diálogo ya no es tal. Pese a todo, el interés de los artistas parece superar al de la institución. Mal asunto.