Los cines vuelven a abrir y, con ellos, llegan los primeros estrenos tras el largo parón. Y entre las novedades se encuentra también una película española que aspira a atraer a la gente para este reencuentro. Se trata de La cinta de Álex, el debut en el terreno del largometraje de Irene Zoe Alameda, una realizadora madrileña afincada en EEUU. La película está protagonizada por la joven Rocío Yanguas junto a Fernando Gil (conocido básicamente por sus trabajos en televisión como presentador o actor en series como El príncipe o La peluquería) y Aitana Sánchez-Gijón.

El filme narra cómo una adolescente va conociendo a su padre, un empresario textil que ha pasado varios años en prisión acusado de terrorismo, durante un viaje a la India. El hombre viaja hasta allí para hacer un negocio que le permita volver a situarse y, ambos deberán adaptarse al país en el que se encuentran mientras van profundizando en su relación. El rodaje en el país asiático, en EEUU y en España, estuvo plagado de anécdotas que nos explica su directora, Irene Zoe Alameda.

-Directora, guionista, productora, montadora y hasta compositora. “Lo de ser multitarea es algo que va conmigo, me considero una narradora y he tratado de formarme en todas las áreas que pueden ayudarme a contar una historia. Mi primera función en un corto hace muchos años fue directora de arte, e incluso eso me ayudó en el rodaje de este largometraje cuando me despertaron una noche a la una de la madrugada porque, estando en un pueblo aislado a más de seis horas de la ciudad más próxima, el camión con el atrezo desde Jaipur no había llegado a tiempo para la localización en la que rodábamos la mañana siguiente. Necesitábamos decorar un colegio para que pareciera una comisaría de policía india, y el rodaje debía comenzar en menos de ocho horas. Así que me planté en mitad de la noche en la casa del policía local para pedirle por favor que nos dejara llevar materiales de su comisaría a nuestra localización. Nos dio la llave de su oficina y nos dejó llevarnos todo, incluso por la mañana nos prestó su pistola -sin balas, claro- para la actriz que interpreta a la detective Gupta. Ese día rodamos la secuencia más difícil y larga de la película, y yo no había dormido”.

-Rodar en la India. “La luz de Rajasthan me llevó a escribir la película, veía claramente las escenas en mi mente y todo mi objetivo era captar esos colores tan vivos. Luego está la profesionalidad de los equipos técnicos y artísticos de Bollywood. Por otra parte, la India tiene una cultura de los negocios muy particular, si no conoces esa cultura y has trabajado antes allí es imposible salir bien de ninguna aventura laboral o empresarial. Había rodado allí un documental y sabía que hacer un largometraje tan complejo iba a ser un infierno. Como iba preparada todo salió bien, aunque la experiencia de producir una película allí es francamente traumática”.

-Buscando a las niñas perfectas. "Para el papel de Alexandra necesitaba a una actriz bilingüe, capaz de reconcentrarse, inteligente y muy trabajadora, porque sabía que el rodaje iba a ser intenso. Vimos a muchas niñas hasta dar con Rocío Yanguas. Como apenas tenía experiencia tuve que ensayar con ella durante varias semanas, primero con ella y luego con ella y Fernando Gil, hasta conseguir que se compenetraran. Además de actriz, Rocío es una patinadora excepcional y tiene una ambición y una capacidad de trabajo admirables. Con respecto al personaje de Debli, la chica india necesitaba a una niña encantadora y acróbata. Cuando rodé el documenal Jaisalmer conocí a una niña acróbata que se llamaba precisamente Debli, que en hindi significa “instrumento musical”. Esa niña dejó tal huella en mí que no paré hasta que encontré a Kavyanshi Samaria, que es una fuerza de la naturaleza como artista, muy parecida a la Debli original”.

La niña india está inspirada en una chica acróbata. / STORYLINE PROJECTS

-La secuencia de la niña en un baño asqueroso. “Esa escena está inspirada en una vivencia real que vi cuando rodaba Jaisalmer. Los baños en India son horripilantes, eso no es ningún secreto. Para que la actriz rodase en condiciones higiénicas limpiamos el baño y lo manchamos con una pasta de banana, barro y pintura marrón, y lo clausuramos. Esa escena era la segunda localización del día, pero mientras rodábamos en otro sitio, el dueño del lugar vio el baño precintado, lo abrió y pensó que lo habíamos marcado porque estaba demasiado sucio -en realidad se veía exactamente igual que antes, y que el resto de los baños-. Pero pensó que le estábamos recriminando algo y lo limpió. Cuando llegamos a rodar tuvimos que parar y volver a prepararlo, pero no quedaban plátanos en el hotel, así que tuvieron que ir de puerta en puerta hasta encontrar plátanos para volver a “ensuciarlo” todo”.

-Los zapatos rojos que le regalan a la niña. “En la India hay mucho pudor, y los zapatos que me traían eran de niña pequeña, que ni le valían a la actriz ni funcionaban para la secuencia. Finalmente pedí unas sandalias de adulta, y no me dieron mucha opción, ese no es el tipo de calzado que puedes encontrar allí. En la secuencia en que Alexandra se pone esas sandalias además lleva un pantalón corto, algo absolutamente tabú allí, donde las mujeres “decentes” no pueden mostrar las piernas. El equipo de cámara local estuvo muy incómodo durante toda esa secuencia”.

El hotel donde se rodó es el palacio de un marajá. / STORYLINE PROJECTS

-Un hotel espectacular. “El location manager y yo nos recorrimos Rajasthan buscando dónde rodar las escenas del hotel donde se alojan los protagonistas y otras secuencias. Recuerdo el polvo dorado que se te pega a la ropa y a la piel. Necesitaba un pueblo pequeño que tuviera un palacio, un colegio, varios templos, alojamiento suficiente para todo el equipo y donde fuéramos a estar seguros y pudiéramos ir andando a los sets. Al final dimos con Alsisar, donde el Marajá posee un palacio, que a la vez es un hotel, y que nos ofreció para alojarnos con todas las garantías. Creo que parte del éxito de aquel rodaje fue encontrar Alsisar y convencer al Marajá de que nos permitiera rodar en su pueblo”.

-Torturado por el vestuario de Guantánamo. “Aunque el director de vestuario tenía las medidas de Fernando Gil, no acertó con la talla del traje de presidiario. Cuando vi a Fernando todo embutido y con los pantalones que le llegaban a la mitad de la pantorrilla casi me caigo de espaldas. A toda prisa les pedí que sacaran el bajo todo lo posible, tuvieron también que añadir retales de otras prendas, pero por suerte en cámara no se nota”.

El traje de preso le quedaba demasiado justo a Fernando Gil. / STORYLINE PROJECTS

-Una prisión demasiado real. “Tuvimos las dificultades derivadas de la localización. Creamos la cárcel en un establo lleno de excrementos de animales, apestaba de forma atroz. Además, en el suelo había muchos cristales rotos, alambres… Así que decidí cambiar la acción por seguridad, pero Fernando quería hacer el ahorcamiento simulado, y se empeñaba en hacerlo. Él es un actor que no se para ante nada: lo hace todo, lo da todo. Al final encontramos un chaleco que podría protegerle la espalda mientras lo arrastraban. Así lo hicimos. Es una acción muy física y a Fernando le entró tierra en la boca, casi se muere del asco y estuvo escupiendo durante horas y haciendo gárgaras con Listerine. Y el traje naranja acabó hecho girones”.

-Un actor demasiado metido en su papel. “Al actor que hacía de torturador se le fue la mano y le atizó un golpe a Fer que lo dejó retorcido de dolor. Quedó muy realista pero le hizo mucho, mucho daño, y tuvimos que llamar a otro extra porque Fer no permitió que se le volviese a acercar el primero".

La escena del ahogamiento fue tragicómica. / STORYLINE PROJECTS

-Mala puntería. “Rodando el ahogamiento, casi me muero de la risa porque le echaban el agua en los ojos y yo venga a gritar “¡A la boca! ¡A la boca!” En la sala de edición, revisando esa toma -se hizo a toma única con dos cámaras- me volvía a partir de risa porque es una escena muy trágica pero solo se me oía gritar: “¡A la boca!”.

-Los acróbatas. “Rocío Yaguas (Álex) se pasó semanas ensayando acrobacias para la película. Pero también debió aprendió a caerse. A eso le enseñó Fernando Gil, que es un maestro”.

-Filmando una explosión. “Lo peor de rodar explosiones es el humo que hay que crear, deja a todo el equipo grogui. La que peor lo pasó fue Rocío, porque además del humo tuvo que ser lanzada por los aires muchas veces. Estaba atada a un arnés y tenía que impulsarse -sin que se notase que se impulsaba-, volar unos metros, caer en una colchoneta y mantener el dramatismo. Una y otra vez. Finalmente di por buena una toma que había quedado bastante bien y la actriz vino al combo a verla. Y me pidió otra más para mejorarlo. Yo estaba reticente porque tenía miedo de que se marease, pero ella insistió. Hicimos otra toma y esa fue la buena. Luego me confesó que estaba un poco mareada pero estaba feliz. Así es Rocío. Fernando Gil se reía porque notaba que ella intentaba medirse con él, pero ella solo quería aprender y superarse”.

-Una secuencia rodada… por los pelos. ”La escena en que la niña se corta el corte de pelo suponía un reto porque había que rodarla en el atardecer, que es una ventana de tiempo muy corta para ese tipo de luz. El director de fotografía decía que no iba a funcionar, pero funcionó, y las niñas se lo pasaron muy bien cortándose el pelo y tirándolo al fuego. A esas alturas estaban muy compenetradas y se nota. Con el pelo corto, Rocío se me asemejaba a un electroduende, pero ella es muy joven y no sabe lo que es La Bola de Cristal. Su padre (el real) y yo lo comentábamos pero ella no entendía por qué nos hacía tanta gracia”.

La escena del corte de pelo fue rodada al atardecer. / STORYLINE PROJECTS

-La compenetración entre padre e hija. “Rocío y Fernando, estuvieron más de un mes ensayando conmigo en Madrid. Para mí era importante que llegaran a la India con todo totalmente interiorizado, porque sabía que el shock de rodar allí les iba a distraer mucho. El que se conocieran tan bien me permitió elevar la demanda interpretativa de ambos, hasta el punto de que cuando llegamos a las secuencias más dramáticas el equipo técnico quedó sobrecogido con lo que los dos actores estaban haciendo. Realmente hicieron algo único, son pura verdad”.

-Aida Folch, una norteamericana y doblada. “Las secuencias de Aida se rodaron en Madrid y pensaba contar con una actriz norteamericana. Pero conocí a Aída, a quien admiraba como actriz, pocos días antes del rodaje. Ella estaba de paso por Madrid y nos caímos muy bien. Le dije que iba a comenzar a rodar una película y nos pareció una buena idea comenzar a colaborar de algún modo. Fue absolutamente generosa prestándose para un papel tan pequeño, y es un lujo contar con ella porque con muy poco, interpretando a la madre de Alexandra, ayuda a contar de qué traumas viene la niña. Estoy deseando rodar un largo con Aida como protagonista”.