Las capitales en agosto parecen desiertos (salvo Huesca hasta mañana, claro). Comercios cerrados por vacaciones, poco movimiento en las calles y plazas de aparcamiento libres. Todo lo contrario que ocurre en las zonas rurales repartidas por las tres provincias aragonesas. Los pueblos se llenan de gentes venidas de aquí y de allá para pasar sus vacaciones y celebrar sus fiestas patronales. Más de 170 localidades celebran sus fiestas durante el mes de agosto en nuestra comunidad. Una gran cantidad de ellas se concentran en torno a las festividades de San Roque y la Virgen de Agosto, que se celebran durante este fin de semana y que coincide con el puente del 15 de agosto.

Que la mayoría de las celebraciones se condensen en el ecuador del mes de agosto no es casualidad. La gran parte de los pueblos de la comunidad ya no tienen como actividad económica principal la agricultura y la ganadería, pero se ha conservado la tradición de celebrar las fiestas patronales coincidiendo con la finalización de las faenas agrícolas de la siega, cuando los agricultores aprovechaban para descansar y divertirse.

Las fiestas de San Lorenzo de Huesca, que comenzaron el 9 de agosto y terminan mañana detonan el ambiente festivo que vive Aragón en este momento. Calamocha, Castellote, Ariño, Chiprana, Sabiñán, Alhama de Aragón, Calatayud, Caspe y Canfranc son solo algunas de las localidades que se engalanan estos días para celebrar las fiestas en honor a sus patrones. Algunas de ellas, como el Cipotegato de Tarazona o las fiestas de San Lorenzo de Huesca, están declaradas como fiestas de interés turístico nacional. Otras, como las fiestas de San Roque de Calatayud o el baile de San Roque de Calamocha están declaradas como fiestas de interés turístico de Aragón.

TRADICIONES Y NOVEDADES Tengan catalogaciones o no, cada fiesta patronal tiene su encanto y por ello atrae a una gran cantidad de turistas. En Caspe "hay actos consolidados como la puesta del cachirulo a San Roque o la calzoncillada", explica una miembro de la organización de las fiestas; y en Calamocha es tradicional "el baile a San Roque que honra al patrón", cuenta Ramón Querol, el concejal de fiestas de la localidad. Los actos tradicionales se mezclan con las novedades del año para confeccionar unas fiestas al gusto de todos. "Se intenta mantener lo tradicional como la proclamación de majas, el desfiles de carrozas y el concurso de disfraces", explica Lucía Soler, la concejala de Fiestas de Castellote. Pero no se olvidan de incluir novedades cada año como "un taller de talla de esculturas de madera con motosierra, el taller de pompas de jabón y el taller de percusión", añade Soler. En municipios como Canfranc, los organizadores dejan vía libre a los canfraneros para proponer actividades. "Este año tenemos una novedad que es un campeonato de rummy, un juego de naipes, que propusieron unos chavales del pueblo", declara Fernando Sánchez, el alcalde de la localidad.

INGRESOS EXTRA Los municipios se llenan de vida en agosto debido a los visitantes: hijos del pueblo que viven fuera, los turistas que acuden a los pueblos aragoneses como reclamo vacacional, los habitantes de los municipios de la comarca y las personas que tienen su segunda residencia en una de estas localidades. Querol, el concejal de festejos de Calamocha afirma que la "población se duplica durante estos días"; en Castellote "se multiplica por tres durante la primera quincena de agosto y el número de niños se multiplica por cinco", algo extraordinario, reconoce Lucía Soler, acostumbrada a ver a los 30 niños que van durante el invierno a la escuela de la localidad. En Ariño confirman notar la misma tónica: "Aunque parezca que no, el pueblo está lleno de niños en agosto", relata el concejal de fiestas.

Este aumento de población en agosto, mes vacacional por excelencia, tiene su retorno económico en los municipios. "Se sale más y se consume más" en Caspe; en Castellote, "para el sector servicios es un ingreso extra"; y en Ariño "hay que madrugar un poco más para ir a la panadería, o encargar". Los municipios aragoneses amanecen con la alegría de ver sus calles llenas de turistas y visitantes que llegan con ganas de disfrutar de sus fiestas, en un mes en el que los pueblos harán el agosto.