Andy Warhol tenía adoración por las estrellas de cine de las que coleccionaba todas las fotografías que podía. De ahí que le conmocionara el fallecimiento de Marilyn Monroe y su reacción posterior fuera coger la fotografía de la actriz en la película Niágara y empezar a producir retratos en una serie de serigrafías con diferentes colores en una de las obras más icónicas del artista estadounidense. Una de estas serigrafías de Marilyn Monroe, perteneciente a la colección del museo Pablo Serrano de Zaragoza, es prácticamente la primera obra con la que se encuentra el visitante en la exposición POPism. Arte pop americano, que se inauguró ayer en el Patio de la Infanta donde se podrá visitar hasta el próximo 26 de mayo. La comisaria de la muestra, Lola Durán; acompañada del director general de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo; y de la jefa de Cultura de la propia fundación, Inés González; presentaron ayer la exposición que contiene alrededor de 50 piezas de cinco artistas, referentes del movimiento, Andy Warhol, Roy Lichtenstein, Robert Rauschenberg, Keith Haring y Robert Indiana.

«El arte pop (cuyo término fue acuñado por primera vez por el británico Lawrence Alloway) surge a finales de los 50 como una reacción frente al expresionismo que había llenado el arte de gesto y color y que era considerado por estos artistas como alejado de la realidad, no comprensible, vacío y elitista», explicó Lola Durán para fijar el origen de esta corriente. «Por eso, ellos apostaban por un arte cercano con elementos de la vida cotidiana inspirado en el cómic, la publicidad y los medios de masas lo que les permitiría llegar a todo el mundo». Un caldo de cultivo que encuentra su explosión en Estados Unidos, algo que no fue casualidad: «Era un mundo dominado por el capitalismo, la tecnología, con su american way of life (forma de vida en Estados Unidos) y, sobre todo, con una fuerte clase media», resaltó Lola Durán. Es ahí donde el arte empieza a producirse en serie por una serie de artistas «que encuentran en la serigrafía el medio perfecto para la repetición».

UN ESPACIO POR ARTISTA

La exposición que el Patio de la Infanta ha dedicado al movimiento (en el 2012 ya acogió una de Andy Warhol dedicada a sus retratos) está dividida en cinco grandes espacios, cada uno de ellos dedicado a uno de los artistas de los que se muestra obra. Junto a la Marilyn de Warhol, también se puede ver ese particular bodegón del autor estadounidense que transformó las enseñanzas artísticas que recibió a su manera: «Él pertenecía a una familia muy pobre y en la despensa de su casa no había más que botes de sopa por lo que, para él, el bodegón era eso». Dicho y hecho. En cuanto pudo, le encargó a su madre que comprara las 32 variedades de sopa y convirtió los botes en obra de arte. El resto es Historia del arte.

En su espacio también hay hueco para retratos de personajes anónimos extraídos «de sus visitas en los 80 a los locales de travestis en su serie Ladies & Gentlemen» y hasta para «la preocupación política» con Electric chair (Silla eléctrica) y sus famosas vacas, «extraídas de una publicidad de helados americanos», señaló Durán.

Con Roy Lichtenstein, el pop art «traspasa la estética del cómic directamente al gran lienzo con la utilización de gamas de colores primarios». En esta exposición se puede ver la pieza Crak y se observa también «el apropiacionismo de la imagen de maestros antiguos», en este caso, de Picasso al que le realiza un homenaje el artista.

Robert Rauschenberg apostó por «la experimentación de técnicas y los nuevos materiales «gracias al dominio que tenía con la química» lo que dio lugar a obras centradas en los derechos humanos y la libertad como Roci, «trataba de llevar el arte occidental donde no llegaba como la Alemania del Este o la Chile de entonces», señaló Lola Durán.

Los dos últimos espacios de la exposición son los dedicados a Robert Indiana y a Keith Haring. El primero de ellos dedica su arte al sueño americano y, para ellos, introduce las letras en las planchas. Love es un ejemplo y su reconversión a Hope causó sensación en la campaña presidencial de Barack Obama mientras que Haring era un firme defensor de que, señaló Durán, «había que sacar el arte de los museos y llevarlos a la calle para el disfrute de todos». Aunque su carrera quedó marcada por la serie Suite Apocalypse que surge cuando fue diagnosticado de SIDA poco antes de cumplir los 30 años. «En la serie presenta esa enfermedad como el apocalipsis del siglo XX y lanza una crítica a la familia y la religión». En esta exposición se pueden ver ocho de las piezas de esta serie que enseñan la tendencia que llevaba la misma.

POPism. Arte pop americano se podrá visitar hasta el 26 de mayo en el Patio de la Infanta, con entrada libre, de lunes a sábado, de 11 a 14 y de 17 a 21 horas y los domingos y festivos solo en horario de mañana. Además, se han programado una serie de actividades paralelas que incluyen visitas guiadas (sábados, 10 y 17 horas y domingos, 11 horas), el taller I love pop art (sábados y domingos, 12 horas, para niños de 6 a 12 años) así como un programa didáctico titulado ¡Boom! El color del pop art, dirigido a escolares aragoneses de Primaria, Secundaria y Bachillerato.