Oír con la mirada es arte refinado», escribió William Shakespeare. Justo lo que proponemos hoy: escuchar con los ojos una serie de libros relacionados con la música, publicados recientemente por Malpaso, editorial que cuida tanto la elección de los textos como su presentación. Memorias, autobiografías, textos de canciones y otros géneros relacionados con la música configuran el excelente corpus sonoro-literario de Malpaso, dentro de su catálogo general de publicaciones.

Si no han visto la exposición David Bowie is, si la han visto y les ha gustado, e incluso si han ido a verla y les ha dejado fríos porque creen que prima la imagen sobre otros aspectos, este es su libro: David Bowie is inside, una publicación de 320 páginas y unas medidas considerables (24,5x31,5). Es un catálogo de los objetos que configuran la exposición, más… lo que la muestra no ofrece; una colección de ensayos, traducidos por Ezequiel Martínez, que sitúan al personaje en sus diferentes contextos.

Howard Goodall analiza la música de Bowie e incide en su «talento para captar y reprocesar las tendencias musicales del momento». Camille Paglia, escribe sobre los cambios de imagen del artista relacionándolos con los roles sexuales en los 70; John Savage se adentra en la construcción del imaginario de Bowie como líder; Christopher Breward da un repaso a las portadas de sus discos (1967-1983); Geoffrey Marsh dibuja algo así como el espacio Bowie; Oriole Cullen lo describe de como paradigma del cambio y Victoria Broackes cuenta cómo el músico se rodeó de los mejores en todos los campos.

Sinfonías, ópera, música para cine, teatro y danza, piezas de cámara… Todo eso ha compuesto Philip Glass, músico clave para entender el siglo XX. «La razón de esta diversidad está en aprovechar que la gente con la que trabajo procede de campos muy distintos», me dijo Glass en 1999. Ahora, el músico cuenta todo eso y más en Palabras sin música, unas memorias de 495 páginas traducidas por Mariano López.

Glass escribe con prosa fluida y directa, organizando sus recuerdos en torno al viaje, que no es otro que el trayecto de su vida y de su obra. O sea, una búsqueda («¿qué es la música?»), interrogante que junto a este otro («¿de dónde viene la música?») le ha marcado profundamente como creador. Glass combina en Palabras sin música reflexiones, anécdotas, encuentros, música y vida.

En la memoria golpea la banda sonora de Érase una vez en América, una de las más de 500 que ha escrito Ennio Morricone. Es una de sus facetas. Otra lo lleva a componer «música absoluta» (no de encargo), de la que ha escrito más de 100 obras. Ambas conforman su fascinante biografía sonora. Pero se dirá que Morricone es el cine. Sí. Y de cine y de los grandes directores con los que ha trabajado, de su pasión por John Cage, de cómo se construye una obra, del ruido y del silencio… De todo eso habla En busca de aquel sonido. Mi música, mi vida (555 páginas, traducción de César Palma), un extraordinario libro de conversaciones sinceras con el compositor Alessandro Rosa que retrata a un hombre lúcido y brillante.

Dos jóvenes estudiantes analizan en 1989 el fenómeno del rap: David Foster Wallace (1962-2008), autor de la celebrada y compleja novela La broma infinita, y su colega Mark Costello. Las conclusiones las vuelcan en Ilustres raperos. El rap explicado a los blancos (237 páginas, traducción de Javier Calvo). Armaron el volumen como un contraste de opiniones e intentaron trazar la orografía del rap, pero fueron más lejos ligando el asunto al problema racial, a la cultura audiovisual, al arte, a la crítica cultural... Desde una perspectiva exclusivamente hip hop el libro muestra carencias, pero la mirada es interesante porque expone una pulsión de dos jóvenes sobre una música que cambió el paisaje sonoro.

No, no hay que leerse de un tirón las 943 páginas de 33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta, libro escrito por Dorian Lynskey y traducido por Miguel Izquierdo. Editado inicialmente en 2015, se distribuye ahora en Latinoamérica. Dice el autor que «la expresión canción protesta resulta problemática», pero aclara que no hay que asustarse por eso. Él no lo hace, hurga en 33 canciones y añade varios apéndices (abre con Strange Fruit, 1939, de Billie Holiday y cierra con American Idiot, 2004, de Green Day). En medio, piezas de Dylan, James Brown, Fela Kuti, The Clash, U2, Public Ennemy…

El tema de cada canción es analizado y contextualizado; se ofrecen detalles sobre su génesis, su intérprete, su relación con otras composiciones... El resultado es una estupenda crónica del tiempo del pop y del tiempo social. Una canción, se sabe, no cambia el mundo, pero puede remover conciencias. De eso, en definitiva, trata este libro.