Con su máxima de que un edificio, "una vez terminado, debe ser una obra de arte, como si fuese una escultura", con su voluntad de provocar "sentimientos hermosos" en la gente que observa sus obras, y con su ansia de experimentación, porque, ha dicho, si Le Corbusier no la perdió, ¿por qué iba a perderla él?, el arquitecto Frank Gehry --artífice del curvilíneo cetáceo de cristal, acero inoxidable, zinc y piedra, recubierto de placas de titanio, varado en la ría del Nervión, que es el Museo Guggenheim de Bilbao (1997), su joya de la corona-- ha ido sumando durante su dilatada carrera galardones y reconocimientos, entre los que no falta el Pritzker, conocido como el Nobel de Arquitectura. El último le llegó ayer: el Príncipe de Asturias de las Artes, dotado con 50.000 euros.

Según el jurado, con sus creaciones, caracterizadas por un "juego virtuoso con formas complejas, por el uso de materiales poco comunes, como el titanio, y por su innovación tecnológica, que ha tenido repercusión también en otras artes", Gehry (Toronto, 1929), nacionalizado estadounidense desde que se trasladó con sus padres a Los Ángeles en 1947, "ha definido e impulsado la arquitectura en el último medio siglo".

Deconstructivismo

Gehry está considerado uno de los representantes de la corriente deconstructivista de Estados Unidos, que se caracteriza por la fragmentación y ruptura de un proceso de diseño lineal, que alumbra edificios visualmente impactantes. El creador del Guggenheim de Bilbao, edificio que hizo crecer exponencialmente su prestigio internacional y del que llegó a preguntarse a sí mismo "¿Cómo he podido hacer esto?", tiene sus obras diseminadas por medio mundo. Desde su propia casa en Los Ángeles, donde también diseñó el Auditorio Walt Disney (2003), al Museo Aeroespacial de California (1984), pasando por el edificio Nationale-Nederlanden de Praga, conocido como la Casa Danzante (1996), el Centro Americano de París (1994) o las bodegas Herederos del Marqués de Riscal en Elciego (2006), en Álava.

A Gehry fue el consejo de un profesor el que le llevó a la Arquitectura. Marchó en 1961 a París, donde durante un año estudió a Le Corbusier y otros arquitectos europeos, antes de instalar su estudio en Los Ángeles y empezar a destacar con edificios esculturales en los 70, época en que también desarrolló su faceta como diseñador de mobiliario, con elementos innovadores como el cartón. Extendió también sus diseños a las joyas, con una colección para Tiffany, porque afirma que un arquitecto se debe a sus clientes.