En un pueblo costero de Granada, un grupo de amigos pasa sus vacaciones en un pequeño hotel junto a un acantilado. La tarde del 19 de agosto transcurre con normalidad en la piscina hasta que se descubre que uno de los huéspedes, que parecía estar disfrutando de las vistas sobre una tumbona con un sombrero de paja y una revista sobre el regazo, en realidad se encuentra muerto. De inmediato se genera un importante desconcierto entre los presentes. Jorge Cañamero había sido asesinado delante de todos los demás turistas sin que ninguno de ellos se diera cuenta y el asesino podía ser cualquiera de ellos.

Este es el comienzo de Pequeñas criaturas, que está teniendo gran repercusión. Esta pareja de escritores, residentes en Olba, un pueblo turolense de gran actividad cultural, comenta que la historia de esta novela surgió a partir de unas vacaciones en un paraje inhóspito de Andalucía. «Estábamos de vacaciones en un hotel en Granada. El hotel constaba de un cortijo con cinco habitaciones, un jardín con piscina, tumbonas. El acceso hasta el hotel era complicado y estábamos aislados leyendo novela policíaca. Se nos ocurrió que era el contexto ideal para ubicar uno de nuestros asesinatos de ficción», expresó Manuel Navarro.

En este sentido, Navarro valora cuál había sido el principal reto a la hora de escribir la novela, y aclara que aunque el hecho de escribir entre dos una novela al principio parecía un desafío, ha acabado suponiendo una ventaja: «Entre los dos nos corregimos y fraguamos cada párrafo. De algún modo la opinión del otro siempre es muy importante porque sabemos que la otra persona no te va a dorar la píldora como se suele decir, sino que va a ser exigente contigo. Y al mismo tiempo, trabajar con otra persona te evita un poco caer en la pereza, porque al final los dos buscábamos conseguir lo mismo».

MEZCLA DE GÉNERO / Por otra parte, Noemí Calabuig comenta qué temas es posible encontrar a lo largo de la novela y cuáles son los principales atractivos para el lector: «El libro en principio plantea un rompecabezas como sucede en las novelas clásicas. Pero hemos procurado que no sea solamente un rompecabezas abstracto, sino que también tiene un cierto atractivo la psicología de los personajes. La propia investigadora es una persona muy especial, con una imaginación muy potente». Manuel Navarro añade: «Es una novela que intentamos que mezcle varios géneros. Tiene un poco de humor, otro poco de intriga, bastante de locura, e incluso a veces contiene algo de terror. Creemos y esperamos que sea algo que deje un cierto regusto, como después de haber pasado por una comida muy sofisticada. Al final de todo es una historia que te deja un poco sensación de mezcla», aclara.

Así, tal y como sostiene Calabuig, uno de los ingredientes que más atractivo otorgan a la novela es la figura de la inspectora Cayetana Garcés: «De algún modo tiene ciertas cualidades innatas y otras que le han transmitido sus tíos. Por un lado, tiene una capacidad de concentración, y una persistencia e imaginación potentes, también una memoria del pasado vivido. Muchas veces recuerda situaciones pasadas y las conecta con el caso que está recibiendo. De sus tíos ha recibido cierta actitud estoica ante los acontecimientos de la vida. No es una persona sentimental, pero sí que es una buena persona».

Noemí Calabuig y Manuel Navarro viven y trabajan en Olba, un pequeño municipio turolense que aunque padece del mal de la despoblación, no por ello carece de una fuerte actividad cultural tanto en lo que concierne a la literatura como a otras artes como el teatro: «Es un pueblo muy disperso, pero tiene una población muy activa culturalmente. Se hace teatro, se hace cinefórum, la escuela está muy viva. Hicimos una presentación del libro en la biblioteca, y vino mucha gente. Nos extrañó porque ya había empezado a circular el miedo que rodeaba del coronavirus. Aún no había restricciones pero ya no salía mucha gente», cuentan. H