David Conde Vitalla se suma a la nutrida y esforzada hueste de los exploradores poéticos con su primer libro, 'Sube a nacer conmigo', editado muy recientemente por los Libros del Gato Negro. Y como tantos otros indagadores en la palabra, lo primero que busca el incipiente poeta es un camino. Las rutas con las que afronta su horizonte son diversas, como no podría ser de otra manera en quien está empezando a construir una senda propia.

Se abre el poemario con una lúcida afirmación: «No es necesario estar dormido para soñar. / Para algo / más que ver son mis ojos». Es un punto de partida contundente, que abre las posibilidades del mundo poético que propone David Conde a través de sus versos. No puede ser casual que los ojos, la vista o la mirada sean referencias que aparecen una y otra vez en el libro.

En el transcurso de los poemas, el lector podrá ser testigo de cómo ese mundo propio se va edificando a medida que el poeta lo nombra, en una trabajada materialización. No se trata, sin embargo, de una labor emprendida en solitario sobre el vacío. No hay que perder de vista el título del libro, tomado prestado de Neruda, pero que en el poema donde se cita aparece con una diferencia significativa. Mientras que el chileno apelaba en su verso a un hermano, David Conde dice: «Sube a nacer conmigo, hermana». Y esa hermana no es otra que la palabra, convertida en precisión.

El poeta maneja esa herramienta y hace dúctiles los poemas, ensayando formas de decir que van desde el verso entrecortado que dice que estar amando es «el único abismo / del que uno / no quiere volver» hasta los poemas donde los blancos no están ahí para abolir el azar. Aunque se trate de un autor que todavía está buscando su voz --o quizá precisamente por eso-- merece la pena atender a quien sabe que «la percepción del amanecer es distinta en cada sueño».

Título: Sube a nacer conmigo

Autor: David Conde Vitalla

Editorial: Gato Negro