Con Antonio Gades se va un trozo de la historia de la danza; un creador que elevó el baile flamenco a la categoría de arte académico; un modelo de entereza y disciplina. La elegancia con que soportó su condición en los últimos años lo convierte en un ejemplo de voluntad, de saber vivir y acercarse a la muerte con el mismo arte con que anduvo por la vida. Nos deja un testimonio elocuente del compromiso del artista con la sociedad. Gades bailó para divertir, sí, pero también para concienciar. Se acercó al arte dramático con sus pies, sus manos, su figura. Con él se va una institución de la expresión artística, un hombre que ha marcado un camino innovador en el mundo del baile.*

Director de La Cuadra de Sevilla