"La danza une a la personas. Y la danza sucede en el punto de fuga. Los movimientos desaparecen a medida que ocurren. La danza existe en ese instante fugaz. Es precioso. Es una metáfora de la vida misma". Así comenzaba el mensaje del Día Internacional de la Danza, escrito este año por el coreógrafo taiwanés Lin Hwai--min. Y aunque la lluvia de la capital aragonesa retrasó la celebración, prevista para el pasado lunes, a la tarde de ayer, el cálido y brillante sol iluminó por fin los diferentes estilos y bailes del mundo que se congregaron en la zaragozana plaza de San Lamberto.

La pareja de bailarines Guy Aloni y Vanesa Pérez fueron los encargados de marcar los primeros pasos de la tarde en un número en el que únicamente reinaba la improvisación. Minutos antes de salir comentaban como esa vertiente de la danza "se ha convertido en una auténtica forma de arte". Además, destacaban su autenticidad y sinceridad ante el público, "cuando nos sumergimos en el baile e improvisamos estamos completamente expuestos y se crea un ambiente mágico".

Y la espontaneidad más contemporánea dio paso al milenario baile de la danza del vientre. Ataviadas con sedosas faldas y abalorios, el exótico baile de Aswan aportaba movimientos orientales a la gran tarde multicultural. "La danza forma una parte importante de nuestras vidas y es emocionante poder celebrar su día en la calle, tan cerca del público". Afirmaban Verónica, Mayca y Delia, componentes de Aswan.

Un cuento bailado

La ventana cultural y la fundación Ozanan guardaban una de las sorpresas más especiales de la tarde. Un grupo de niños escenificaron el cuento de Mulu, Ely y Jara a través del baile como única forma de expresión. Una historia ideada por los propios pequeños en un taller de la última carrera del Gancho, en San Pablo, con el viaje como hilo argumental y que iba explorando las riquezas y virtudes de las dispares danzas de los cinco continentes. "Las cuentos también se pueden contar a través de los movimientos y el baile; y sin duda, los niños son quienes mejor lo hacen", confesaba Rosa Escuin, directora de La ventana cultural y coordinadora de la iniciativa.

A ellos les sucedieron los ritmos brasileños de la Asociación Aragonesa de Capoeira, la danza teatro de Zara Siligato, el estilo más urbano de la Academia de Danza Dance--Style o el folclore argentino del Centro Carlos Gardel. Grupos, alumnos y profesionales amantes de la danza. Una amalgama de géneros que brindó la belleza de este arte al numeroso público que se congregaba a pie de calle.

Además de los diferentes espectáculos La ventana Cultural también instaló en la misma plaza el Árbol de los deseos para la danza en la que el público aportaba una hoja cargada de sueños.