Antonio Banderas recibió ayer la medalla de oro 2004 de la Academia de Cine con una mezcla calculada de orgullo y timidez. La estrella más internacional del cine español no ha despegado los pies de la tierra y sabe que la fama y el éxito tienen una doble cara: puede ser útil o "un camión que te arrolle". En el ecuador de su carrera profesional, según confiesa, se toma este galardón como "un estímulo" para seguir en la brecha y reorientar su trabajo. "Trato de reconvertir mi profesión en lo que fue inicialmente, un hobby".

El actor malagueño abandonó por unas horas su retiro marbellí para recibir en su ciudad natal la medalla número 14 de la Academia de manos de su presidenta, Mercedes Sampietro, en un acto privado que presentó su paisana y compañera de profesión María Barranco al que asistieron el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y la ministra de Cultura, Carmen Calvo.

Es la segunda vez que este premio se entrega fuera de Madrid. El realizador José Luis Borau lo recibió en el año 2000 en su Zaragoza natal. Antes del acto, Antonio Banderas atendió a la prensa sin mostrar un ápice de hartazgo y explicó sus múltiples planes.

TRABAJAR EN ESPAÑA

Su gran profesionalidad se pone de manifiesto cuando admite ser consciente de que le han dado una medalla sin haber hecho una película en España desde hace más de 13 años. Recordando las palabras de Fernando Fernán Gómez en una situación semejante, Banderas indicó que "es un honor que tu propia gente te de un premio". El galardón supone, dijo, "un estímulo, una incitación a trabajar más en el cine español".

En espera de que algún realizador de aquí le reclame --"no me obsesiona trabajar con Pedro Almodóvar", asegura--, Banderas a elegido España para rodar su segunda película (la primera fue Locos en Alabama en 1999). Va a adaptar el último premio Nadal, El camino de los ingleses , del también malagueño Antonio Soler, al que ya le ha encargado preparar un guión. Quiere trabajar en esta cinta con actores andaluces, jóvenes y desconocidos pero también ha sondeado a Victoria Abril y Juan Diego.

En líneas generales, tras cinco años de trabajo incesante en proyectos diversos, Banderas quiere ahora "trabajar menos y, supongo, que mejor". "Yo compro mi libertad, y ahora no tengo que trabajar para sobrevivir ni quiero tener un avión privado", asegura.

Orgulloso de mantener los mismos principios que tenía cuando a los 17 años se fue a vivir en Madrid para iniciar su carrera, el español vivo más buscado en Internet declara que si algo ha cambiado en estos años es "cómo se relaciona la gente conmigo". La presión de los admiradores le lleva a veces "al cansancio absoluto" pero consigue que sus paisanos le den un respiro tratando de ser natural. No obstante la queja queda ahí: "La gente se cree que vivo en Disneylandia y que soy en pato Donald".

En 1991 Banderas encandiló a Hollywood con Los reyes del mambo . Su toque latino causó estragos en la meca del cine. La morenez de su piel, los rizos indomables y seductores de su pelo, provocaron el comentario de un amigo sobre lo que esperaba en el mercado americano. "Te vas a hinchar de hacer delincuentes".

Banderas opina que, a diferencia que en España, en Hollywood, "he podido ser más ecléctico, hacer papeles más variados", y recuerda que ha participado en películas de vampiros, aventuras, para niños, o que reflejaban problemas sociales.

En estos años ha visto recalar en Hollywood actores y realizadores hispanos --Alfonso Cuarón, Robert Rodríguez, Benicio del Toro, Salma Hayek--, y "están para quedarse. Lo hispano ya no es una moda, forma parte de la realidad", afirma el protagonista de El Zorro , y destaca una cualidad en los artistas hispanos: "Tienen más acervo dramático que los anglosajones".