Hijo del barbero Gaspar Esteban y de María Pérez Murillo, que procedía de una familia de plateros, Bartolomé Esteban Murillo, vivió una vida de tragedias que marcaron profundamente su forma de pintar.

Tras quedar huérfano a los nueve años, el joven Murillo decidió buscarse la vida como pintor y se unió al taller de Juan del Castillo, pariente suyo por parte de madre. El joven sevillano, nacido a finales de 1617 y bautizado el 1 de enero de 1618, fue aprendiendo durante años el oficio que le haría, años más tarde, el pintor mejor pagado de Sevilla.

Murillo contrajo matrimonio en 1645 con Beatriz Cabrera y Villalobos, con quien estuvo casado veinte años y tuvo once hijos, tres de los cuales perdió en un lapso de semanas a causa de las pestes que sufrió una devastada Sevilla que quedó muy perjudicada tras las tremendas inundaciones del Guadalquivir.

La pérdida de sus tres primeros hijos ha sido señalada por muchos expertos en su obra como uno de los desencadenantes de su gran repertorio de pinturas de ángeles y querubines a los que, a pesar de ser el pintor de la luz y el color para muchos, otorgaba un cierto aire tenebroso y trágico.

Según cuentan expertos en la obra de Murillo, los ángeles que pintaba tenían el rostro de sus hijos, lo que propició que su mujer se consolara de esta gran pérdida paseando por las iglesias en las que había cuadros de su esposo.

Erotismo religioso

Este año se cumplen los cuatrocientos años del nacimiento del pintor y Sevilla se ha volcado con la celebración de la efeméride con la intención de devolverle el brillo a un artista deslucido con el paso de los años. Murillo fue uno de los grandes artistas barrocos, un pintor que revolucionó la pintura por su forma de contar la religiosidad de la época y también con sus cuadros de costumbres.

Y es que, más allá de los rostros de sus hijos en cuerpos de ángeles, Murillo inmortalizó otras escenas y perosnajes de su cotidianeidad que le dieron un toque de herejía a sus pinturas. Tal fue así, que decidió plasmar a María Magdalena con el rostro de una prostituta que según dicen los expertos, aseguró que encarnaba el pecado y el arrpentimiento digno de una virgen.

En ese sentido de la pintura erótica religiosa encontramos algunas de las obras más destacadas del pintor como son las Inmaculadas o las Magdalenas penitentes y arrepentidas que se desnudan mostrando los pechos. En esta imsma temática encontramos también pasajes como el de José y la mujer de Putifar, con los senos al aire, o el poco conocido lienzo de La caridad romana, en el que la hija amamanta a su anciano padre condenado a morir de hambre en la cárcel.