Cinco años después de su muerte, casi toda la obra de Gonzalo Torrente Ballester está, desde el punto de vista comercial, técnicamente disponible, al alcance de editoriales que quieran apostar por la producción literaria de uno de los mejores autores españoles del siglo XX, si no el mejor. Parte de las novelas están descatalogadas, otras cuesta encontrarlas y algunos títulos tienen pendiente la renovación de derechos de autor, ya vencidos.

Para evitar esa dispersión, los 11 hijos del escritor han constituido una sociedad para mantener viva la obra del padre, hacer un nuevo lanzamiento de la misma y potenciar la traducción en lenguas extranjeras. El consejo de administración de esa empresa está formado por tres hijos del autor, con Marisa Torrente Malvido como presidenta.

EJEMPLARES DESTRUIDOS

Torrente Ballester (Serantes, La Coruña, 1910 - Salamanca, 1999) publicó la primera novela --Javier Mariño: historia de una conversión -- en 1943, y la última --Los años indecisos --, en 1999. Entre una y otra escribió unas 25 novelas, 6 piezas teatrales, ensayos, relatos, memorias y muchos artículos periodísticos. Esa amplia producción literaria está hoy desperdigada y en situación desigual debido, en parte, al desinterés que el escritor mantuvo a lo largo de su vida por la gestión de su obra. "Nunca se preocupó por los temas económicos, no leyó un contrato y se preguntaba por qué debía hacerlo", comenta su hijo Alvaro Torrente Sánchez-Guisande.

No obstante, el autor sí mostró un interés casi obsesivo por el control de la calidad de sus novelas. Leía las galeradas, las corregía con minuciosidad y le preocupó el trato que podían recibir sus libros. Fue este cariño por su letra impresa lo que le llevó a modificar su gestión. En la Navidad de 1993, Torrente Ballester recibió una carta de la editorial Destino que se le comunicaba la destrucción de 40.000 volúmenes firmados por él, entre ellos, diversas ediciones de Don Juan , uno de sus títulos favoritos. "Le dolió mucho porque, además, había un contrato que impedía la destrucción sin la autorización del autor", recuerda Alvaro.

En 1994, Torrente Ballester se puso en las manos de una agencia literaria para que manejara los derechos en lengua española, la de Carmen Balcells, aunque el autor siempre afirmó que el mejor publicista de su obra había sido la serie de televisión que, en 1982, ofreció la trilogía Los gozos y las sombras .

CATALOGO DISPERSO

La obra de Torrente está dispersa entre una media docena de editoriales y en un estado muy diverso. Planeta mantiene los derechos de los títulos publicados después de que el escritor ganara el premio de ese grupo editorial con Filomeno a mi pesar (1988); Alianza mantiene en catálogo Los gozos y las sombras , que reedita con frecuencia, y Destino tiene un considerable número de títulos con los contratos vencidos y se negocia ahora la renovación. Las obras casi ilocalizables --salvo en librerías de viejo-- son las de los años 50 --Javier Mariño , por ejemplo--, y las editadas en los años 80 por Plaza y Janés: La princesa durmiente va a la escuela , Quizá nos lleve el viento al infinito , Los cuadernos de un vate vago , Yo no soy yo, evidentemente , y El golpe de estado de Guadalupe Limón .

Algunas de sus obras sufrieron problemas con el anterior régimen, a pesar de que el autor, a quien la guerra civil cogió en París, se hizo falangista a su vuelta a España para evitar represalias. Así, La pascua triste , tercera parte de Los gozos y las sombras , publicada en 1962, no tuvo ni publicidad ni críticas. Javier Mariño fue secuestrada por el Gobierno y Don Juan sufrió problemas de censura.

Mientras en España se desbroza la obra de Torrente, el autor empieza a ser considerado en lenguas que hasta ahora le ignoraron. Las novelas más traducidas --media docena de idiomas-- han sido las tres de la trilogía Los gozos y las sombras , escritas entre 1957 y 1962, Don Juan (1963) y Crónica del rey pasmado (1989). Del resto, hay traducciones al portugués --casi todos los títulos--, francés y apenas al alemán. En la pasada Feria del Libro de Fráncfort, se vendieron derechos para traducciones al serbio, coreano, rumano y griego. Torrente Ballester sigue vivo.