Hace un par de años, coincidiendo con el estreno en el Festival de Sitges de Un monstruo viene a verme, el dibujante Juanjo Sáez escribía en las páginas de este diario una preciosa carta a su director, J. A. Bayona, en la que evocaba sus muchos años de estrecha amistad. «Somos algo así como dos flores del descampado, o así nos hemos sentido muchas veces», relataba el ilustrador en su misiva, uno de los mejores retratos emocionales escritos jamás sobre el cineasta. «Lo que [Jota] tiene de contenido en la vida real lo tiene de excesivo en su trabajo. Como una presa de contención que revienta delante de todos en la gran pantalla». No hay mejor forma posible de definir lo que Bayona ha hecho con Jurassic Word: El reino caído: algo grande, colosal, probablemente el sueño hecho realidad de un niño que a los tres años ya emulaba a los pioneros del cinematógrafo con un zóotropo infantil.

Y, en fin, como las historias bonitas solo pueden terminar bien, el propio Spielberg ha querido dar su bendición al trabajo de Bayona, presentado en première mundial en la noche del lunes en Madrid y que llegará a los cines el 7 de junio. «Steven me llamó para decirme que estaba muy contento, que le había transportado al primer Parque Jurásico», aseguró ayer en Madrid, en una cita promocional con la prensa a la que acudió con los irresistibles Chris Pratt y Bryce Dallas Howard.

«Spielberg te hace sentir grande, importante, te hacer ver que eres tú el protagonista del momento», afirma Bayona. Tras largas jornadas promocionales de mucho palique, la vitalidad decae por fuerza pero cuando habla de su ídolo, Jota proyecta un brillo especial en la voz. «Lo que más ilusión me ha hecho del proyecto es trabajar con él», admite el director catalán, que asegura haber tenido «muchísima libertad» a la hora de afrontar el reto, más allá de las pautas del estudio y la propia franquicia: «Nadie me ha cortado las alas. ¡Al contrario! De algún modo, trabajar con Spielberg ha sido como trabajar en su día en El orfanato con Guillermo del Toro».

Un tipo sin límites / Bayona siempre ha parecido un tipo al que no se le vislumbran los límites. ¿Qué será lo próximo? En su etapa canterana de cortometrajista ya se puedo apreciar que ahí había un genio especial con los estupendos Mis vacaciones (1999) y El hombre esponja (2002). Ya sabrán, también, que los mejores videoclips de Camela y OBK los firmó Bayona. Y, en fin, poco más se puede decir sobre el éxito de sus tres largometrajes previos: El orfanato (2007), Lo imposible (2011) y Un monstruo viene a verme (2016). Récords de taquilla, abundancia de premios (incluido el Nacional de Cinematografía en el 2013) y, sobre todo, un inequívoco sello personal capaz de hacer compatible la maestría formal con la expresión de los sentimientos más profundos.

«Es curioso. Siempre me han dicho que mi cine era muy spielbergiano... Y ahora que hago una película para Spielberg, me dicen que se nota mucho mi sello personal», bromea Bayona. Será ese escenario gótico donde transcurre la segunda parte de la película, adonde van a parar los dinosaurios después de que una erupción volcánica destruya la isla donde vivían; o esa misteriosa niña que habita en la mansión del mecenas de la clonación Benjamin Lockwood... «Ha sido un ejercicio complejo convertir el cuento moral creado por Michael Crichton en un cuento de hadas moral», comenta Bayona sobre ese espectacular cambio de escenario que abre la puerta a una nueva, y excitante, dimensión a la saga jurásica. Prohibido, por contrato, dar más pistas.

Bayona ha dado el salto oceánico acompañado de los suyos, por supuesto. Belén Atienza, la productora de Lo imposible y Un monstruo viene a verme comparte créditos en Jurassic World: El reino caído con Frank Marshall. Y en los aspectos técnicos, Jota ha querido sentar a su vera a sus amigos de siempre: el director de fotografía Óscar Faura, el montador Bernat Viaplana y el diseñador de sonido Oriol Tarragó , todos ellos con Goyas a manta. «Ha sido importante poder trabajar con ellos. A los productores les gustaba mi estilo y, en fin, en mi estilo es clave la dirección de fotografía, el sonido o el montaje», afirma Bayona.

En la misma mesa que Jota, hombre realmente menudo, se sienta Chris Pratt, un tipo de casi metro noventa y una caja torácica que impone respeto. Por lo que nos cuentan, y no hay razón para no creerles, se lo han pasado en grande en el rodaje. «Hay algo infeccioso en la forma de trabajar de Jota. Es profesor y alumno al mismo tiempo. Y siempre transmite la sensación de disfrute. Eso es algo difícil de encontrar en Hollywood, donde la presión puede con todo», comenta Pratt. A su lado, Bryce Dallas Howard, extrovertida y luminosa, con unos ojos azules hipnóticos, casi ufológicos, afirma haberse divertido «todavía más» que en el rodaje del primer Jurassic World. «Ha sido increíble. Jota es un visionario. Lo sabe todo de todas las películas, de todos los directores. Nos lo hemos pasado bomba».