El festival de Bayreuth dedicado a la memoria de Richard Wagner se ha inaugurado sin escándalo y eso es noticia pese a que la ópera escogida para la apertura era Los maestros cantores de Núremberg con una puesta en escena de Barrie Kosky, el director iconoclasta de la Ópera Cómica de Berlín. La apertura contó con la presencia de la cancillera Angela Merkel, acompañada en esta ocasión por los reyes de Suecia. El resultado final se resume en una excelente producción escénica y en un altísimo nivel musical.

Barrie Kosky es un judío australiano cuya aproximación a Wagner ha sido difícil a lo largo de los años. Al final de esta ópera el compositor hace una exaltación ultranacionalista del arte alemán.

Uno de los personajes, Beckmesser, acumula todo lo que Wagner odiaba, ya fueran franceses, judíos o críticos. Por ello, era una ópera adorada por el nazismo que utilizaba fragmentos de la misma en los multitudinarios desfiles que organizaba en Núremberg.

Poner en escena los Maestros ha sido un reto que Koski ha superado con brillantez. Con el dramaturgo Ulrich Lenz han tenido dos puntos de partida. El primero, la confusión consciente que hacía Wagner entre vida y arte. El segundo, el juicio al que el compositor en su ópera somete en varias ocasiones a los maestros cantores acaba siendo un juicio sobre él.

En la obertura de la ópera se puede ver una escena doméstica de los Wagner en su residencia de Wahnfried. Allí están el compositor controlando todo cuanto sucede alrededor; su esposa, Cósima; el padre de ella y admirador de la obra del yerno, Franz Liszt, y el director judío Hermann Levi, devoto también de la obra de Wagner pese a ser ridiculizado por la familia del compositor, que dirigió el estreno absoluto de Parsifal.