Al contemplar un traje o vestido de Balenciaga destaca su sencillez porque «se quedaba con la esencia de las cosas», en las formas y el modo de crearlos. Nunca ponía un botón «por poner» sino «porque tuviera sentido. Eso es Balenciaga, la elegancia llevada al extremo» porque ahora «cuando ves desfiles de alta costura, hay más circo que alta costura». Así explicó Pedro Usabiaga, comisario de la exposición, El siglo de Balenciaga, que se inauguró ayer por la tarde en el Museo Pablo Serrano y podrá visitarse hasta el 19 de mayo.

Esa sutileza de su obra se ve también en la muestra porque «no quería que fuera recargada» y sí respetar los colores negros, el rosa balenciaga y que fuera un paseo agradable por sus creaciones. La muestra no solo incluye trajes de chaqueta, vestidos de novia o de calle del diseñador, si no también casi un centenar de fotografías, numerosos documentos gráficos sobre sus talleres, las mujeres a las que vistió, siete pinturas y un gran número de complementos, la mayoría provenientes de colecciones privadas, por lo que esta muestra supone «una ocasión única» de conocer al Balenciaga más desconocido.

El comisario ha preparado un viaje por el siglo XX, que es el siglo de Balenciaga, al que afectan las guerras mundiales, la ocupación alemana o la guerra civil, que es lo que le lleva a abandonar España y, tras Londres, instalarse en París donde abrirá su primera tienda en 1937. «El hilo conductor es Balenciaga», señaló Usabiaga, desde esos inicios hasta que decidió cerrar sus casas y retirarse «entre comillas porque no se retiró nunca» y, posteriormente, la «irrupción de nuevos diseñadores-modistas-como el turolense Manuel Pertegaz o Elio Berhanyer», entre otros.

VERDADERAS JOYAS

La muestra es un viaje por esa evolución, los comienzos, la belle époque, la llegada a París, «los años 50 con las americanas que llegaban a la capital francesa y llenaban en Ritz y compraban vestidos en las tiendas de alta costura», dijo Usabiaga. Los años 60 son los de la minifalda, del hombre a la luna, todo contado a través de «algo que puede sonar superfluo como es el mundo de la moda, pero no lo es tanto porque Balenciaga es un diseñador intemporal y siempre se hablará de él, como de Picasso, Buñuel o de los grandes».

En cuanto a piezas destacadas, Usabiaga reconoció que quizá «otras piezas llamen más la atención» pero él destacó «los trajes sastre porque son de una perfección absoluta», y de hecho, se había pensado en mostrar su interior porque «es un trabajo increíble de arquitectura». «Cuanto más sencillo es el vestido por fuera, más complicado es por dentro».

También quiso nombrar los trajes de novia, muy actuales; y a los coetáneos de Balenciaga, de quien se muestra alguna creación, como de Pedro Rodríguez, el zaragozano Pedro Esteban, Pertegaz, Berhanyer, André Courrèges o Carmen Mir, entre otros.

La exposición incluye también pinturas porque Goya es una de sus referencias y ahí se expone Mujer con mantilla junto a un vestido de encaje y mantilla; pero también cuadros de Buffet y otras obras donde aparecen damas vestidas de Balenciaga.

CONEXIÓN ARAGONESA

Balenciaga mantuvo una estrecha relación con Aragón, además de por las mujeres a las que vistió. Primero a través de María Nieves Hernández Ortiz, Meyes, una modelo de «pasarela importante», nacida en Zaragoza en 1924, y que triunfó en París de la mano de Balenciaga. Y en sus últimos momentos por Textil Tarazona, ya que allí encontró el lugar para poder crear una línea de prêt à porter al retirarse, sin embargo «el proyecto se fue al traste porque falleció un año después».

La exposición, que viajará después a Bayona, contará hoy con una charla (19.30) entre el comisario y Enrique Lafuente. Ayer, en la inauguración, estuvieron presentes Nacho Escuín, director general de cultura del Gobierno de Aragón, quién reivindicó el compromiso «con la moda» del Pablo Serrano, un museo «cada vez más accesible y social»; y Carmen Herrarte, directora de T-Zir, patrocinador de la exposición, quién explicó cómo la incorporación de nuevas tecnologías ayudará a la interacción del público en esta muestra, ya que se ha sensorizado la sala para seguir a los visitantes y la instalación de una mesa interactiva con el catálogo de la muestra.