A punto de cumplir 86 años, el director de cine sueco Ingmar Bergman ha abierto por primera vez las puertas de su casa en la isla de Faaroe a los medios de comunicación, en un documental en tres partes estrenado por la cadena pública SVT 1.

El documental retrospectivo, de 180 minutos, se divide en tres partes, que abordan las relaciones de Bergman con el cine y el teatro y su vida privada en Faaroe, la isla del mar Báltico a la que ha decido retirarse para siempre desde enero pasado.

Marie Nyreroed, una veterana periodista de la SVT y productora de la película, siguió varios meses a uno de los grandes creadores del siglo XX, e incluso vivió tres semanas en una casa de invitados.

"Hablábamos del amor, la muerte, la infancia y sus demonios, pero también veíamos la televisión y paseábamos en bicicleta. Intenté en vano mostrarle cómo funcionaba el nuevo ordenador, pero no podía hacer clic con el ratón. Y él tampoco tuvo suerte con enseñarme algo sobre ópera", recuerda la directora al diario Aftonbaldet .

PARTICIPACION

Nyreroed ha contado como responsable de filmación con Arne Carlsson, director de fotografía de Bergman en varias películas.

La primera parte, titulada Bergman y el cine , se abre con el director mostrando el cinematógrafo que logró, entre súplicas, de su hermano, tras cambiarlo por un ejército de soldaditos de plomo.

Bergman y el teatro está dedicada a su otra gran pasión, que reconoce que le ha sido "muy muy difícil" dejar, y que asegura extrañar "todos los días", al contrario que el cine. En su antigua oficina en el teatro nacional sueco, el legendario Dramaten, donde afirma que su fantasma se aparecerá tras su muerte, enseña dónde se sentó la primera vez que acudió a ver una obra de teatro: tenía 12 años y volvió a casa con fiebre.

De las más de 125 representaciones teatrales que ha dirigido a lo largo de su vida, recuerda los intensos seis años en el Stadsteater de Malmoe (1952-58), con actores como Max von Sydow, Bibi Andersson e Ingrid Thulin, habituales también en sus películas.

Allí empezaron sus colaboraciones para televisión --"estaba completamente loco por ella"--, como Scener ur ett aektenskap (Escenas de un matrimonio) , luego transformada en película, que provocó una conmoción en Suecia y le obligó a cambiar varias veces de número de teléfono para no convertirse en consejero matrimonial.

Bergman y Faaroe ofrece la mirada personal sobre su relación con la isla que conoció en 1961, en el rodaje de Saa som i en spegel (Como en un espejo) , porque la productora consideró muy costoso rodar en las islas escocesas Shetland, preferidas por él. Después del rodaje de la película Persona (1965), Bergman ordenó construir una casa en la costa, rodeada por una verja con un letrero que avisa de la presencia de un perro, aunque ya no hay ninguno desde que Liv Ullman, entonces su esposa, abandonó la isla hace tres décadas.

En su retiro soñado, Bergman contempla el agreste paisaje o conduce en coche hasta su propio cine, un antiguo establo reformado que también sirvió como estudio de grabación y al que ahora acude todos los días, a las 15.00, para ver una película, sobre todo, cine mudo; el 14 de julio, su cumpleaños, hay sesión fija: El circo , de Charles Chaplin.

Bergman habla del dolor por la ausencia de su esposa Ingrid, fallecida en 1995, y de sus peores demonios: el rencor, la ira, el orden, el terror, el fracaso, la pedantería o la pereza, fragmentos que componen el universo de un genio indiscutible del cine.