Miguel Ángel Berna insiste en el "folclore que habla de raíces" pero que al mismo tiempo "justifica nuestro presente". Por eso, en su nuevo espectáculo --se presentará en la sala Mozart del Auditorio, los días 14, 15 y 16 de noviembre-- sigue buscando en los orígenes de la jota. Para ello, Berna se ha unido con La notte de la Taranta, el festival más importante en Europa de música tradicional italiana para sacar a la luz un show que "busca la convivencia, no dividir" y que es el resultado de la búsqueda del aragonés por saber de donde viene la jota; y ahora siente "alivio por saber de donde puede venir".

Taranta, pizzica y jota "son géneros parecidos", de hecho, la pizzica (taranta que se baila en la región de Salento) se baila "con las manos en jarra, se dan botes..."; y reconoce que cuando ha mostrado a los italianos una jota bailada en los pueblos hace años, sin música, han dicho que era una taranta; y es que "nosotros no hemos conocido la jota tal y como es". Berna busca el "equilibrio entre la tradición y el espectáculo"; y por eso se muestra "preocupado de que no se baile en la calle".

DANZAS TERAPÉUTICAS

Este es es un proyecto que comenzó hace tres años a través del libro La danza de espadas y tarantelas, de Marius Schneider, de 1949, en el que se relaciona la tarantela y la jota aragonesa por su "funcionalidad"; ya que son "danzas terapéuticas que tenían un servicio", la de sanar. Berna no tenía constancia de que el tarantismo en Aragón son las "jotas aceleradas"; y de ahí, en esa investigación, que surgió de Mediterráneo (su espectáculo anterior) ha llegado hasta la "Corona de Aragón". Ahí está el enlace porque se dice que "los soldados aragoneses bailaban la jota con los italianos" en una época en la que Aragón estaba muy presente en la zona.

La Fundación La notte della Taranta, que desde hace dos años invita a Berna a colaborar en el festival como maestro coreógrafo trabaja "desde la tradición para potenciar los valores de las culturas". El festival, que nació hace 17 años con 300 espectadores, reunió el año pasado a 150.000. El espectáculo es, en definitiva una búsqueda artística y musical que "quería compartir con mi tierra", que sube al escenario a 17 músicos y 14 bailarines (seis aragoneses y ocho italianos) y cuatro cantantes (Maria Mazzotta, Nacho del Río, Enza Pagliara y Pietro Balsamo), además de tres representantes de la Danza de Cuchillos, que "tiene su origen en la navaja española".

La idea, para Berna es que "convivan las músicas y que la gente disfrute" con una danza "que todavía pertenece al pueblo"; porque así como Berna se enfrenta a la jota de forma profesional los italianos no "tradicionales", pero ambos logran que es escuche "ese batir del corazón a través del compás 6/8 o 3/4, bien sea el tamborello, la mandolina o la bandurria".

ESPECTADORES

El objetivo que pretende el bailarín aragonés es "hacer lo que han hecho ellos", lograr que la jota se baile en la calle porque "mientras lo hagan unos pocos y el resto sigamos siendo espectadores pasivos no llegaremos a ningún sitio". En este sentido, quiere buscar el "equilibrio entre la calle, la tradición y el espectáculo"; porque le da "mucha pena" quedarse en los tópicos, en imitar a un pueblerino, en potenciar lo que no se es, la negatividad y los valores de "cazurrismo", y por eso la gente no baila la jota, siendo que es un estado de ánimo, como la tarantela; y que además sirven cara curar, tal y como la reivindican Marius Schneider y Miguel Ángel Berna.