Corren en Estados Unidos tiempos difíciles para la industria musical y aciagos para la espontaneidad, aunque venga desnuda o vestida de márketing. De lo primero quiso sacarse la espina el domingo la Academia discográfica al entregar cinco premios Grammy a Beyoncé Knowles, coronada reina del 2003 por su primer disco en solitario, Dangerously in love .

Los 12.000 académicos demostraron una no siempre habitual sintonía con crítica y público y reconocieron como mejor disco del año a Speakerboxxx / The love below de Outkast, que se llevó otros dos grammys . Y culminaron su noche repartiendo sin mesura premios honoríficos y póstumos, incluyen a George Harrison, Johny y June Carter Cash y Celia Cruz. Lo de la espontaneidad, sin embargo, no hizo sino empeorar.

Beyoncé sólo dejó escapar una de sus seis candidaturas, y ante lo que ella definió como una canción "simplemente genial": Clocks , de Coldplay. La cantante se ha convertido en la nueva reina negra de una industria siempre necesitada de divas, y lo demostró con sus dos actuaciones en directo. Con la primera, una visita a Purple rain junto a su creador, el otrora Prince, puso al público en pie. En la segunda, con el sencillo que da título a su disco, ratificó las alabanzas que desató con su himno nacional en la Super Bowl.

Aquella explosión de virtuosa intimidad ante millones de espectadores pasó casi desapercibida ante el escándalo del pecho de Janet Jackson, que extendió toda la semana el fantasma de la censura. El domingo, el espectro se materializó.

MENTIRA Y SILENCIO

"En directo, desde Los Angeles..." Con una mentira empezó la retransmisión de la gala la CBS, que se preocupó más por desarrollar un sistema para garantizarse el control de lo dicho y visto --transmitió la ceremonia con cinco minutos de retraso-- que por la calidad del sonido, permitiendo fallos clamorosos como los que pusieron en apuros a Céline Dion.

De todas formas, fueron pocos los que parecían animados a decir algo sobre el tema. Sí lo hizo Pharrel Williams, que aceptó en la parte no televisada el reconocimiento a productor del año por su trabajo con The Neptunes y aseguró que no se habría montado tal escándalo "si las noticias no lo mantuvieran en la televisión todo el día". Y lo hizo discretamente Patti LaBelle, que tuvo que asumir una de las introducciones al homenaje a Luther Vandross (otro de los triunfadores de la noche, con cuatro Grammy) que le correspondía presentar a Janet Jackson.

Habló Justin Timberlake, el joven que destapó la caja de los truenos al arrancar un trozo de vestido y que fue premiado como vocalista pop y por Justified , su primer disco. "Sé que ha sido una semana dura para todos y lo que ocurrió no fue intencionado, fue lamentable y me disculpo si os ofendimos". Luego se supo que la CBS había condicionado su presencia en la gala, y la de Jackson, a una disculpa en público.

La otra mención la hizo Christina Aguilera, premiada por Beautiful . Subió al escenario con un amplísimo escote. Y bromeó al respecto. Pero si le hubiera ocurrido algo similar a lo de Jackson no se habría visto. Las cámaras sólo enfocaban su cabeza.