Luis María de Borbón es el personaje central del proyecto Goya y la familia Borbón y Vallabriga, que puede verse en el Museo Goya de la capital aragonesa hasta el 27 de mayo; y que incluye tres retratos, el del cardenal Don Luis de Borbón, recientemente restaurado por el Museo del Prado y cedido por la pinacoteca hasta el final de la muestra, al igual que el dedicado a su madre, Teresa de Vallabriga; y junto a ellos, el de Luis María de Borbón de niño, cedido temporalmente por el Museo de Zaragoza. La muestra se complementa con una reproducción en vinilo de la obra La familia de Don Luis de Borbón, un árbol genealógico de la familia y un cronograma que relaciona sus vidas con la del pintor de Fuendetodos y los acontecimientos históricos acaecidos en España entre 1730 y 1830.

La relación de Goya con la familia Borbón-Vallabriga fue de sincero cariño y reconocimiento por el mecenazgo recibido a su favor. La presentación del retrato del cardenal, que se expone por primera vez tras su restauración, contó con la presencia del director de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo; la comisaria de la exposición, Magdalena Lasala; el director de la Obra Social de Ibercaja, Juan Carlos Sánchez; la directora del Museo Goya, Rosario Añaños; el secretario general técnico del departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, Felipe Faci; el director de Cultura y Patrimonio de la DGA, Nacho Escuín; el director del Museo de Zaragoza, Isidro Aguilera; y la especialista en el siglo XVIII y Goya del Museo del Prado, Manuela Mena, así como numerosos patronos de Ibercaja. Tanto desde el Museo Goya como desde Ibercaja agradecieron la «generosidad» del Prado, lo mismo que Mena por la cesión del autorretrato de Goya

LUIS MARÍA DE BORBÓN, ADULTO / La pintura que Goya realizó de Luis María ya adulto data del año 1800. En ella, el pintor de Fuendetodos representa al personaje de la iglesia, al «cardenal primado», señaló Mena, alejado de esa «magnificencia» con la que lo retrató de niño. Es, al mismo tiempo, la figura de un intelectual, ya que lo presenta con un libro abierto en su mano derecha. «Es un retrato difícil» porque solo hay una figura y nada más; «Goya evita cualquier signo ya no de riqueza sino de poder», no aparece ni un sillón, ni un crucifijo; le presenta como a «alguien austero».

Mena reconoció que tiene ligeras variantes, vistas en la restauración, ya que en algún momento ese fondo oscuro «no fue entendido» y la pintura «fue doblada» pero durante la restauración se vio que era la tela original. En esta pieza solo utiliza tres pignentos, rojo, negro y blanco, lo que supone «un produgio», ya que este tipo de obras suelen ser «aburridas, pero aquí se aprende mucho del personaje y de Goya porque los detalles técnicos son asombrosos».

En cuanto a la restauración, Mena señaló que la restauradora, Almudena Sánchez, no había podido estar en la presentación, pero explicó que estaba levantado de algún lado y se había descubierto que los doblados eran también la tela original. Además, dijo que estaba «oscurecido» y se han podido sacar a la luz las pinceladas llevadas a cabo por Goya.

LUIS MARÍA DE NIÑO / Cerca del cardenal se muestra el retrato de Luis María de niño, pintado en 1883 en Arenas de San Pedro y supone, junto al de su hermana (en Washington) los primeros retratos infantiles del de Fuendetodos. Goya lo muestra vestido con traje de Corte, señal de la Casa de Borbón, estudiando geografía y en una de sus manos una pieza de un puzle que compone un mapa y, en la otra, un compás, «que era la forma en la que se representaban a los príncipes». Su postura es «ligeramente forzada porque representa al infante heredero, con poder y elegancia».

Y junto a ellos, el de su madre, la zaragozana María Teresa Vallabriga y Rozas. «La historia abruma por su crudeza» y Teresa, según Mena, «fue una víctima por su matrimonio forzado con el indante Don Luis», la separaron de sus hijos, aunque también «tuvo algunos contentos, ya que fue muy amiga de un cortesano del infante».

El retrato de Teresa forma pareja con el de Don Luis, que pertenece a una colección particular. Es imporante su figura porque «ella fue la que salió y regresó a Zaragoza», instalándose en 1793, en lo que hoy se conoce como el Patio de la Infanta. La obra muestra la «fuerza y delicadeza de esta mujer, pese a ser una «rareza», ya que la muestra de perfil». El soporte de las dos piezas son diferentes; «el de él es sobre lienzo, el de ella sobre tabla; a él lo representa con una personalidad masculina a la manera egipcia, mientra que a ella su cabeza es clara y luminosa».

Para mostrar el carácter didáctico de la muestra, se han organizado visitas guiadas tanto para alumnos a partir de 4º de Primaria, como para familias, así como un taller sobre la familia de Teresa de Vallabriga.