Enrique Bunbury ha hecho gala en no pocas ocasiones de la admiración que siente por el mundo del circo. No es casualidad que su último disco, El viaje a ninguna parte , se inspirase en los caricatos itinerantes que Fernando Fernán Gómez retrató en su homónima película, o que él mismo se haya definido alguna vez como "el artista equilibrista". Su afición a los carromatos hace estos días una nueva demostración de fuerza. El músico está de gira con Bunbury Freak Show , un montaje musical desarrollado bajo una carpa circense en el que las canciones se alternan con los juegos de cartas y el funambulismo. El jueves, Bunbury y su troupe desembarcan en Barcelona.

Lo de la troupe es otro más difícil todavía del show. Junto a Bunbury y su banda habitual, Huracán Ambulante , por el escenario pasarán Nacho Vegas, Adriá Puntí, Carlos Ann, Iván Ferreiro (ex-Piratas) y Mercedes Ferrer, que interpretan piezas de sus respectivos repertorios y acompañan al artista aragonés. La alineación, fija en toda la gira, tiene su razón de ser. "Nos une una misma visión alternativa sobre este trabajo, todos hacemos actuaciones diferentes a lo que suele verse en este país", explica el maestro de ceremonias de un espectáculo que se alarga hasta rondar las tres horas.

El concierto está precedido e intercalado por las actuaciones de un maestro de póquer fullero, una campeona de pulso y unos forzudos de lucha mexicana. La fascinación por lo circense se encuentra en el origen de esta aventura. "Amo el circo desde que era un crío, es admirable lo que hacen. A su lado, la producción de un concierto de rock es una tontería", opina Bunbury.

LOCURA TRANSITORIA

El exlíder de Héroes del Silencio ha echado mano para esta aventura de los carromatos del histórico Circo Raluy, que también son un elemento importante en la imagen gráfica del último disco de Bunbury. Viajar con el escenario a cuestas tiene sus inconvenientes. "Sale carísimo --explica el cantante--, por eso sólo visitamos cinco ciudades (Valencia, Almería, Bilbao, Barcelona y Madrid, en dos ocasiones. Zaragoza ha quedado fuera de la gira, aunque se pudo ver algún apunte del show el pasado 12 de octubre en el proyecto Moctezuma, que tuvo lugar en el Paseo de la Independencia). Tengo locura, pero transitoria", subraya el zaragozano.

Las ventajas, sin embargo, acaban pesando más que cualquier otro elemento. "Me cansé de tocar en teatros --y eso que durante una semana llenó el Teatro Principal de la capital aragonesa--. En cambio, cuando ensayamos en la carpa, me dije: ´Por fin, rock and roll´", relata.

Las ganas de hacer "algo diferente" son el otro ventilador que ha puesto en marcha este circo. "Me parece terrorífico el aburguesamiento de los músicos de este país, no tienen inquietud ni ambición artística ninguna, creo que se han equivocado de oficio --arremete Bunbury--. La industria musical es yerma y atontada, pero los principales responsables del triste momento musical que vivimos son los músicos, que parece que a lo único que se dedican es a ir de gira por los pueblos en verano".

Su denuncia concuerda con el mensaje que encierra el título de este peculiar espectáculo mitad circense mitad musical. "Un freak es una anomalía de la naturaleza. Y en ese sentido, sí, los que nos hemos involucrado en esto somos unos freaks. Nuestra actitud dista mucho del pensamiento plano y hueco que impera en la música de este país", concluye el zaragozano.