Inevitablemente, la figura del malogrado escritor Félix Romeo (Zaragoza, 1968 -Madrid, 2011), que alcanzó a vivir tan solo 43 años, ha quedado marcada por su temprana e inesperada muerte a causa de un ataque cardiaco. El fulminante final de Romeo, escritor, periodista, agitador cultural en la trinchera y participante imprescindible del hoy potente círculo de autores de las letras aragonesas, fue llorado, glosado e imprecado por sus numerosos amigos, en una escalada mediática acorde al generoso y, hay que decirlo, excesivo carácter del autor. Fue esa resaca de dolor lo que impresionó al barcelonés Jorge Martínez Lucena, un aspirante a escritor de ficción, que hasta aquel enamoramiento post mórtem no había leído nada del autor. Tampoco llegó a conocerle.

Martínez Lucena dice haberse puesto en marcha desde el minuto cero de esa muerte para escribir Negro (Libros del K.O.) que con el significativo subtítulo Desde que te fuiste se nota el silencio no es una biografía al uso --porque es consciente de que faltan datos y una aproximación más distanciada y objetiva para serlo-- sino eso que los anglosajones llaman quest, una pesquisa entusiasta sobre el personaje a través de la lectura de su obra, de su artículos, de su estilo y, sobre todo, de haber entrevistado a casi todos aquellos amigos. "Con mucho espacio añadido para que el lector lo pueble con sus propios pensamientos".

Opiniones enfrentadas

El libro se titula Negro porque es una obra de luto, pero también por un juego de espejos con Amarillo, quizá el libro más doloroso de Romeo, en el que indagó en su propios sentimientos tras el suicidio de uno de sus grandes colegas de adolescencia, Chusé Izuel. "Me lo he impuesto como un yugo formal y estilístico para tener a Romeo siempre presente --explica Lucena-- y no dejarme llevar por mi amor a las subordinadas. Ha sido una forma de no dejarme arrastrar por mi subjetividad que, con todo, impregna el libro".

El recibimiento que el libro ha tenido entre el nutrido grupo de amigos de Romeo ha sido dispar. Algunos aplauden la entrega de su autor --Ignacio Martínez de Pisón le dedica el prólogo-- y a otros les incomoda el atrevimiento de alguien que no conoció en vida al autor. Entre las quejas está que Lucena no eluda los aspectos más íntimos de Romeo, como sus relaciones sentimentales y sus arranques de genio. "Sus bravatas dialécticas en parte eran por una virtud. Porque todas las cosas le importaban y tomaba partido. Todos tendemos a pasar por la realidad sin que esta nos toque lo menos posible, pero él no. Y aunque veces se le iba un poco el panchito, jamás fue violento", asegura Lucena, que reivindica la ternura y la admiración con la que ha abordado la obra. "Si alguien quiere convertir a Romeo en una entrada de aragoneses ilustres y no le conviene que aparezca que le dio una gran bronca, por ejemplo, a la hija de Carlos Castán, es que ese diccionario es una pamema".

La pregunta del millón es si al propio Romeo le hubiera gustado el libro. Martínez de Pisón en su prólogo se lo plantea y no obtiene respuesta. Tampoco su autor: "Algunos que me han escrito me dicen que por lo raro, sí. Pero quizá sea que no, porque en los últimos tiempos, que no eran muy felices desde el punto de vista profesional como crítico, no le gustaban muchas cosa".