Los grandes compositores como Mozart o Beethoven interpretaron sus piezas en un fortepiano, pero hoy pocos conocen este instrumento. En Aragón, de hecho, no hay ninguno pero sí una zaragozana, Patricia García, que toca ejemplares del siglo XVIII casi a diario. «Cada uno tiene un sonido diferente», afirma. Lo hace en Florencia, ciudad donde reside. Hasta allí le llevó su pasión por este instrumento que no descubrió hasta que acabó sus estudios en el Conservatorio Superior de Música de Zaragoza y cursó un máster de interpretación de piano moderno en Inglaterra. Allí lo tocó por primera vez.

Para ella fue un amor a primera vista, que surgió en un momento de indecisión, cuando no sabía hacia dónde orientar su carrera profesional. «Descubrí que era mi verdadera pasión, que me gustaba mucho más que el piano porque con él podía realmente expresarme con mi personalidad», asegura.

Lo que más le cautivó es que es un instrumento que obliga al intérprete a investigar, conocer, imaginar... «Es mucho más poético en este sentido», recalca esta joven, nacida en Zaragoza en 1987. Ahí está la principal diferencia con el piano moderno, más allá de los materiales.

Cada fortepiano tiene un sonido diferente que lo hace único. Esto es así, aclara García, porque desde su invención, a principios del siglo XVIII, su construcción a mano ha evolucionado constantemente durante doscientos años hasta llegar al siglo XX, cuando la industrialización permite diseñarlos de una manera más estándar dando paso al piano moderno.

«CADA UNO ES UN MUNDO»

«El sonido cambia muchísimo de uno a otro, por eso, cada vez que tocas en un fortepiano tienes que adaptarte, no luchar contra él y querer imponer tu interpretación, sino entender qué te ofrece el instrumento», subraya. Tanto es así que preparar un concierto no es una ciencia exacta. «Hasta que no llegas allí no sabes qué te vas a encontrar, pero al final desarrollas una flexibilidad», indica.

Por eso para esta joven pianista el fortepiano es un instrumento «muy divertido», porque cada uno «es un mundo». Lo sabe bien porque tiene el privilegio de interpretar modelos del siglo XVIII y XIX en la L’Accademia Bartolomeo Cristofori en Florencia, donde se ha formado los últimos años.

Allí tienen una gran colección de instrumentos originales que se restauran y conservan cuidadosamente en un taller. Son fortepianos que necesitan un rodaje para su estabilización y conservación, y allí está ella para tocarlos.

Para ella es un privilegio, porque la antigüedad le da un color al sonido todavía más singular. No sólo eso. «Pensar la cantidad de manos que han tocado este instrumento a lo largo de tantos años también emociona», ahonda.

REDESCUBRIMIENTO

En estos momentos se está produciendo un «redescubrimiento» de este instrumento. Una prueba de ello es el I Concurso de Música Antigua organizado por Juventudes Musicales de España que se ha celebrado este mes de diciembre en Barcelona, en el que la joven zaragozana logró el segundo premio con un programa en el que interpretó a Clementi, Mozart y Padre Antonio Pérez Albéniz. De momento, el galardón incluye dos futuras giras por España.