Seguramente cuando Moisés escribió el Génesis no se imaginó que unos títeres le darían vida en el año 2019 después de Cristo, y con un tono tan diferente al suyo. Caín de Saramago es la obra con la que el Teatro Arbolé celebra su 40 aniversario. «Una historia que hemos querido contar desde hace muchos años», comenta el gerente de la compañía, Esteban Villarrocha. «Un proyecto que habíamos desechado por imposible porque está siendo un esfuerzo enorme para la compañía», añade su director, Iñaqui Juárez. La obra se estrenará el próximo 13 de septiembre y continuará durante los dos días siguientes.

«El señor hizo caer fuego y azufre sobre toda la región», estas palabras bíblicas hacen referencia a Sodoma y Gomorra. Allí transcurre una de las escenas que interpretan los muñecos del Teatro Arbolé, aunque esta versión está un tanto alejada de la Biblia. Según Villarocha, «el Antiguo Testamento no está hecho más que de barbaridades que hizo Dios por capricho». Caín de Saramago es una historia antigua con una visión actual. Caín encarna al ser humano, pero no el de entonces sino el de hoy; con un bagaje humanista de muchos siglos, con un razonamiento independiente e insumiso. Un personaje que se expresa libremente y, por ello, muchas veces entra en polémicas. El premio Nobel de Literatura, José Saramago, autor del libro en el que se basa la obra también creó una gran controversia en su país natal, Portugal, con la publicación de Caín. El director teatral insiste en que esta obra de teatro es una historia sobre la novela, no sobre el Génesis: «No pretendemos hacer la realidad, sino hacer otra», indica. Caín tiene mucho humor y el Teatro Arbolé lo ha potenciado en su adaptación, aunque Juárez recalca que no es una actuación cómica. Se trata de una visión diferente de Caín, una imagen que, según el director, está tremendamente denostada: «Saramago lo presenta como una víctima de Dios y del destino, para él es el primer humanista», explica. Un personaje que reflexiona sobre su existencia como hombre y sobre la de Dios.

UNA NOVELA MUY TEATRAL

Iñaqui Juárez afirma que, pese a ser una novela, Caín es muy teatral ya que está escrita sin ningún signo de puntuación. Para el director de la obra de teatro, Saramago pretendía provocar un esfuerzo extra en el lector, intención que Juárez ha mantenido: «Para que [el público] sepa ver la diferencia entre los títeres y los actores, cómo se comporta cada uno», detalla. La adaptación está interpretada por 131 muñecos, seis actores y dos ovejas. Los títeres protagonizan los momentos más desaforados, mientras que los actores pronuncian los discursos. «Te puedes permitir locuras con los muñecos», sostiene Juárez. Un formato elegido a conciencia porque, argumenta el director, las personas recibimos el mensaje de manera diferente dependiendo de cuál de los dos lo emita.

SIN LÍMITE DE EDAD

Oficialmente, Caín de Saramago es un espectáculo para jóvenes y adultos, aunque Juárez sostiene que «los niños ven barbaridades más grandes... en la tele, por ejemplo, incluso en las noticias». Por lo que no cree que les pueda crear ningún tipo de trauma, todo depende de los padres, afirma. No obstante, Caín de Saramago se sale de la producción habitual de esta compañía teatral. De las 60 obras de su cartel tan solo dos se han dirigido al público adulto.

La compañía lleva diez días ensayando, pero hay mucho más trabajo, casi tres meses más. El oficio del titiritero tiene un componente artesanal intrínseco: «Todo se hace aquí», defiende el gerente de la compañía. Por lo que la preparación de la obra comenzó en mayo y todavía no está terminada.

La intención del Teatro Arbolé es participar en el Titirijai, el Festival Internacional de Títeres de Tolosa: «Con 40 años [la compañía] se merece ir», defiende Villarocha. Además, pretenden actuar en el Teatro Principal de Zaragoza y pasar a la Comunidad de Madrid. También planean llevar el espectáculo por el circuito habitual de las obras infantiles de los pueblos de Aragón, como Ejea de los Caballeros.

MÁS CELEBRACIÓN

Como parte del 40 aniversario, el Teatro Arbolé ha organizado otras actividades como Un día en el teatro. Aunque el perfecto resumen de estas cuatro décadas de teatro son los propios títeres. Todos los muñecos que les han acompañado en este largo recorrido se expondrán en mayo en el Museo de Zaragoza: «Tenemos una nave entera», reconoce Villarocha.