Las salas que ofrecen música en vivo en Zaragoza son como una especie en peligro de extinción, y la última en comprobarlo, una vez más, ha sido La Campana de los Perdidos, ubicada en la calle Prudencio. La Policía Local se personó en la sala el sábado y precintó su equipo musical, afectando al concierto que iba a celebrar el cantautor Riky López.

El origen del problema se remonta a 1989, cuando se abrió el bar. Su sótano pretendía habilitarse como una sala de conciertos, y se encontró con un pero del Cuerpo de Bomberos, que daba visto bueno a esa habilitación siempre que, en vez de extintores, se construyese una piscina de 24.000 litros de agua con mangueras. Aunque esta observación se derogaría posteriormente, el local zaragozano optó por pedir la licencia sin música, que le fue concedida, para solicitar, pasado un tiempo, la ampliación del local. De este modo, los trámites para obtener la ansiada sala de conciertos serían más fáciles.

Estando así las cosas, y tramitada la petición, ésta no se concedió por tratarse de una zona saturada de bares. De este modo se quedaba en el aire el proyecto de la sala de conciertos, porque dicha ampliación no estaba contemplada en el proyecto inicial. En un tira y afloja legal que dura ya tres lustros, el año pasado parecía que, definitivamente, se iba a dar carpetazo al asunto para conseguir la tan ansiada licencia, porque desde el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza había voluntad para ello. Pero transcurrió el tiempo y no se solucionó, y el sábado pasado se precintó su sala de conciertos, que está insonorizada.

POCAS SALAS

Así las cosas, la programación de La Campana de los Perdidos ha visto alterada su dinámica hasta nueva orden, y todavía está en el aire qué tipo de actuaciones se llevarán a cabo para sustituir las pensadas para finales de este mes y el siguiente. De momento, las relacionadas con la palabra no han sufrido alteraciones: monólogos, mimo, poesía y teatro pueden seguir adelante. Eso sí, por lo pronto, en la puerta del bar hay colocado un cartel que reza: "Nos quitaréis la música pero nunca la palabra", como pudo comprobarse ayer al pasar por el local.

Cada vez son menos las salas que programan música en directo en la capital zaragozana. Tras el precinto del bar, actualmente quedan ya muy pocos locales que ofertan este tipo de espectáculos. La Sala Oasis (en la calle Boggiero), con conciertos esporádicos, El Cantor de Jazz (situado en la calle Dato), con programación fija, o La Casa del Loco (ubicado en la calle Mayor) son algunas de las escasas salas en las que se oferta música en vivo. Otras, en cambio, como la sala La Corrala, situada en la calle Heroísmo, tuvieron que cesar en su periplo musical por haberse interpuesto contra ellas denuncias vecinales.