Elliott Murphy, americano afincado en París como un epígono de los artistas de la llamada Generación perdida, actuó por primera vez en Zaragoza hace 30 años o tal vez alguno más. Desde entonces ha cantado en la ciudad más o menos regularmente, especialmente en los últimos tiempos. Podría pues aplicársele, con las diferencias oportunas, la parábola del hijo pródigo, con más razón ahora, si cabe, pues Prodigal Son es el título de su disco más reciente, una colección de piezas en las que priman los acentos blues y góspel.

El domingo, 21 de enero, Murphy lo presentó en el Teatro de las Esquinas, acompañado por su colega y amigo el guitarrista Olivier Durand, ante un público entregadamente fiel y algo menos numeroso que en su última visita a la capital aragonesa. De ese álbum interpretó Elliott cinco canciones (Hey, Little Sister; You’ll Come Back To Me; Chelsea Boots; Alone In My Chair y Let Me In).

Dieron forma a la parte central de un repertorio que inició con Drive All Night y concluyó teóricamente con la enérgica Last Of The Star. Y en medio, composiciones como Winners Logers Beggars Choosers, Take That Devil Out Of Me, I Want To Talk You, Take Your Love Away, Your Never Know What You’re In For, A Touch Of Kindness y Destini.

CIEN POR CIEN MURPHY / Un concierto cien por cien Elliott Murphy (algo más corto de los que suele ofrecer), con algunos trucos de quien sabe muy bien cómo motivar al espectador, pero sin engaños, pues Murphy, más allá de que tenga buena o mala noche, extrae de las canciones todo su potencial, que en caso de algunas piezas es mucho, mucho. Bien de voz y dejándose en la maleta alguna de sus canciones más celebradas (On Elvis Presley’s Birthday, por ejemplo), el que sin duda es el último dandi del rock volvió a demostrar que es un gran contador de historias y un intérprete con nervio.

Ya en los bises homenajeó a Tom Petty con una relectura de Free Falin’, y regaló además piezas como Change Will Come y Come On Louann. Domingos así alivian la dura perspectiva del lunes.