La del sábado no era la primera vez que Lagartija Nick compartía escenario con sus colegas de El Hombre Lento. Pero tal vez sí haya sido la única en la que la banda de Granada ha estado a la altura del perturbador grupo zaragozano. Conviene anotar que los Lagartija de los que hablamos eran los primigenios, los que echaron a rodar la formación y los que han grabado recientemente Crimen, sabotaje y creación. De no ser así, puede que tuviésemos que volver a escribir que fueron engullidos por El Hombre Lento. No hubo tal fagocitación, pero casi.

Antonio Arias (cantante vigoroso, pero limitado, como sabemos), voz y bajo, y sus compinches (Juan Codorniu, guitarras y voces; Miguel Ángel Rodríguez Pareja, guitarra; Eric Jiménez, batería, y J. J. Machuca, teclados), mostraron en varias ocasiones ese impulso de riesgo y búsqueda que les convirtieron en uno de los grupos más vitales del rock español del siglo XX. Pero no toda la actuación gozó de esa rompedora intensidad; sin negar la fuerza instrumental desplegada, el grueso del programa se dejó llevar por una suerte de piñón fijo en el que primaba más el despliegue energético que el detalle y la cadencia. Mas insisto: momentos hubo en la oferta de Lagartija Nick profundos como un río y altos como una montaña.

Repasó casi completo el álbum Crimen, sabotaje y creación, hizo una rápida mirada a Omega con la canción Vuelta de paseo, y echó la vista atrás con piezas como Lo imprevisto; Tan raro, tan extraño, tan difícil; Estratosfera; La canción del tiempo; Nuevo Harlem... Y ofreció la inédita Strummer/Lorca, que firmó el desaparecido Jesús Arias, cuya memoria siempre está presente.

Y El Hombre Lento, hablándonos de la muerte de Europa, dando caña a los falsos modernos, sorbiendo pócimas venenosas, gritando contra los guetos, tocando con el diablo en el cuerpo y ejerciendo de francotirador, entre otros argumentos, volvió a generar atmósferas de fuego, a jugar talento con los tempos y los fraseos en una regeneración sonora casi de blues chatarrero, deudora (con acento propio) de volcanes como Crime & The City Solution. El Hombre Lento es el aullido musical que surge agónico de la comprensión de una época tan convulsa como arrebatadora.