Suele decirse que en el Festival de Cannes los premios no van a parar a las películas que más gustan a los jueces, sino a las que gustan a más jueces. Y sin duda eso ayuda a explicar el palmarés de la 70ª edición del certamen, que anoche anunció el jurado presidido por Pedro Almodóvar. Puede que el director manchego tenga una sensibilidad artística parecida a la de Will Smith, pero es fácil imaginárselos a los dos partiéndose la caja mientras veían The Square, la flamante Palma de Oro.

En todo caso, definir la nueva película del sueco Ruben Östlund como una comedia es hacerle un flaco favor. The Square es mucho más. Mientras lanza constantes dardos envenenados al pretencioso mundo del arte moderno, confirma a su director como un observador implacable de la masculinidad moderna, los prejuicios ocultos de la clase progresista y, en general, de la psique humana. Viéndola uno se desternilla, sí, pero se avergüenza de hacerlo.

También los otros dos premios principales parecen haber sido fruto del consenso. Galardonada con el Gran Premio Especial del Jurado, 120 BPM fue considerada desde su presentación al principio del certamen una presencia casi segura en el palmarés. La nueva película del francés Robin Campillo aborda un tema, las luchas de los enfermos de sida en defensa de sus derechos a principios de los 90, que tiene particular relevancia en un mundo cada vez más necesitado de resistencias organizadas.

Algo parecido puede decirse de la ganadora del Premio del Jurado, Loveless, que durante todo el festival fue la favorita oficial de la crítica; su retrato de una familia que se hace pedazos en ese infierno terrenal llamado Rusia es el equivalente cinematográfico a un puñetazo en la nariz. Para bien o para mal, no hay forma de mantener la compostura ante ella.

Asimismo, el afán por agradar es lo que probablemente mejor explica La seducción: Sofia Coppola ha apostado por la pulcritud y el buen gusto para contar una historia, la misma que ya contaba El seductor (1971), que demanda precisamente lo contrario. Y está claro que le ha funcionado. Con su premio a la Mejor Dirección se quita el mal sabor de boca que le dejaron los abucheos que recibió en este festival con María Antonieta (2006).

DECISIÓN DISCUTIBLE / La incapacidad del jurado para llegar a un acuerdo respecto al premio al Mejor Guion dio lugar a la decisión más discutible del palmarés. The Killing of a Sacred Deer y You Were Never Really Here, dos de las mejores películas presentadas este año a concurso, tuvieron que repartirse un premio menor. Para la primera de ellas sin duda es recompensa insuficiente considerando la maestría del griego Yorgos Lanthimos, que la escribió y dirigió, a la hora de mezclar lo absurdo y lo terrorífico para dejarnos con cara de idiota. Para la segunda es directamente una incongruencia: la película de Lynne Ramsay no tiene un solo plano que no sea interesante, pero su guion cabría escrito en un Post-It. El premio al Mejor Actor concedido por esa misma película a Joaquin Phoenix, extraordinario en la piel de un hombre irreparablemente dañado por una vida de violencia, es una forma de subsanar ese error.

Diane Kruger se llevó el premio a Mejor actriz por In The Fade (una película desastrosa); pero para compensar, Nicole Kidman se llevó el excepcional Premio 70 Aniversario. Dejar sin galardón a la australiana, que ofrece sendos trabajos magníficos en La seducción y The Killing of a Sacred Deer, habría sido imperdonable.