Los pasillos del Auditorio de Zaragoza se llenan estos días con el glamour de los maquillajes sofisticados y los vestidos de fiesta con los que se atavían las participantes del concurso de canto Montserrat Caballé que se inició este pasado domingo. Sin embargo, detrás de de cada traje se esconde una joven promesa de la lírica internacional, ya que son 58 las nacionalidades participantes en este concurso. Y 304 los participantes.

La sala Luis Galve acogió ayer la segunda sesión de las jornadas preliminares. Mientras algunos exponían sus voces poderosas frente al jurado --compuesto este año por Fernando Sans Rivière, Joan Pons, Roger Alier, Justino Díaz y Carlos Caballé--, los que todavía no habían cantado esperaban ensayando en voz baja, realizando ejercicios para controlar la respiración y los más nerviosos daban inquietos paseos de un lado para otro. "Ese puntito de nervios y de energía son necesarios para salir al escenario", declaró la mallorquina Natalia Salón antes de salir al escenario.

La mexicana Jessica Loaiza aseguró estar "emocionada y un poco nerviosa pero contenta" porque es lo que más le gusta hacer. E inquieta porque "hay gente muy buena que tiene todo: la imagen y la técnica". No lo estaba tanto Sara Romero, una sevillana de 33 años, que se ha presentado a la convocatoria "por la experiencia" porque decía ser consciente de que está en el límite de edad. Sin embaro, para Loaiza,ó que "hay espacio para todos".

Sorpresas

El jurado escucha a los 304 participantes, ellos eligen a los finalistas. "Con cada concursante llega la sorpresa", aseguró el presidente, Fernando Sans, quien reconoció que el día anterior habían escuchado "voces interesantes" pero ayer no fue el caso, por lo menos en las primeras actuaciones.

En cuanto a lo que busca el jurado del ganador, es que sea un "cantante joven muy preparado y con un nivel muy alto" y Fernando Sans añadió: "la presencia es importante pero lo es más la expresividad, el canto, la dicción, el idioma y el estilo. Tienes que demostrar que tienes unos estudios detrás". Y según reconoció Sans, esa preocupación por los estudios se nota sobre todo en las participantes coreanas.

Lo que más ha cambiado en las últimas ediciones es "la gran cantidad de concursantes" ya que no lo ha hecho "la ilusión por encontrar a un nuevo cantante y ayudarlo", dijo Sans.

Cada cantante posee un registro pero todos tienen en común que sus carreras están en sus comienzos o justo en la casilla de salida. Tanto Salón como Loaiza y Herrero han estudiado en conservatorios durante años y están a punto, en noviembre, de debutar en grandes teatros.

Lo que les espera tras el concurso es dispar. Salón reconoce que "nunca se deja de aprender", pero Romero afirma que será complicado porque "cada vez te exigen más a una edad muy temprana y quien no tiene padrino no se bautiza" y para Loaiza su futuro está en "cantar".

El éxito del concurso (la fase preliminar termina el jueves (16.00); el viernes es la semifinal y el viernes la final, todo con entrada libre) lo que explica es, según Sans, que "la ópera en el siglo XXI todavía tiene mucho público y hay muchos jóvenes que quieren cantar".