--Tanto en su novela anterior, La tabla esmeralda como en La piel dorada sus tramas están vinculadas al arte. ¿Cuál es su relación con ese mundo?

--Primero por gusto personal y, además, porque el arte nunca deja indiferente. Siempre trasmite algún tipo de emoción, positiva o negativa, y si lo sabes llevar al libro, es posible que al lector le suceda lo mismo.

--Sitúa La piel dorada en Viena. Choca que haya elegido una ciudad tan esplendorosa para una historia tan oscura.

--Viena era un escenario fantástico. A principios del siglo XX París y Viena eran las dos grandes capitales culturales de Europa. París ya había sido el centro de La tabla esmeralda y su entorno artístico es más conocido, lo que podía limitarme. La Viena de principios de siglo XX no suena tanto y tiene varias caras. Dentro de las fronteras del Rin, lo que eran las murallas, todo es esplendor, la viena Imperial y palaciega, la Ópera... pero fuera de esa frontera te adentras en callejones. Como capital del imperio recibió oleadas de inmigrantes que hallan una ciudad hostil, con salarios bajos y precios altos. Esos barrios son focos de criminalidad y de hecho era la ciudad con el mayor índice de crímenes y prostitución de la época.

--Volviendo a la trama de la novela y al arte. ¿Qué le llevó a interesarse por el mundo de las modelos de artistas?

--La idea surge al contemplar en el Prado un cuadro de Picasso, La acróbata en la bola. Pensé, ¿quién sería esa chica que está haciendo equilibrios? ¿por qué decidió posar? Tenemos grandes obras con modelos, desde la Mona Lisa pero quiénes eran esas mujeres, qué les motivaba a posar cuando era una actividad que no estaba bien vista, se les trataba como a prostitutas, pues se desnudaban para hombres.

--Como bien dice, la modelo es una figura anónima, siempre o casi siempre desconocida. Habrá tenido que investigar mucho para documentarse sobre ese mundo.

--Sí, me ha costado. Hay algo de biografía, pero siempre desde el punto de vista de otros artistas que hablan de sus modelos y de las características que tienen que tener: características físicas, que deben ser calladas y sumisas, incluso estatutos de academias de artes con sus salarios. También artículos de corte moralista hablando de que hay que rescatar a estas mujeres del libertinaje. Pero carecemos de testimonios personales. Así que lo que a mí me interesaba, que era ver cómo se consideraban ellas mismas, no lo he encontrado.

--Y en este entorno vienés y en ese mundo de las modelos, usted elabora una trama de asesinatos que es más propio de la novela negra.

--Bueno, está en la línea de mis novelas, que tienen una gran cantidad de ingredientes, una trama policiaca que debe resolver una serie de asesinatos de modelos, una historia de amor, un contexto histórico en una ciudad en la que se están produciendo una serie de corrientes culturales, científicas y filosóficas rupturistas... pero sobre todo es una novela de personajes, centrada en Inés, una mujer modelo de artistas que en unas circunstancias determinadas reflexiona y nos ayuda a reflexionar sobre la situación de la época.

--Decía que apenas ha conseguido documentos que le hayan permitido conocer más a fondo a las modelos. Pero algo más que antes sí sabrá de ellas. ¿Qué es lo que más le atrae ahora de esos personajes?

--Creo que Inés, y en general las modelos, son el arte. Personas que han influido en el arte universal desde el renacimiento. Los grandes cuadros no hubiesen sido los mismos con otros rostros. Pero realmente saber, no se más allá. Siento cierta frustración por no saber cómo se veían ellas, si lo consideraban un trabajo o solo una actividad con una remuneración a la que acudían de vez en cuando. De hecho, pensé en escribir el libro en primera persona, que fuese Inés quién lo contase, pero tuve que cambiar, no pude entrar en la psicología del personaje, por eso hice que fuesen los demás la que la definieran.

--Aún siendo una obra de personajes el papel de Viena y la sociedad vienesa como transfondo convierte a esta ciudad en otra de las protagonistas. Es un momento en el que Viena vive problemas económicos, sociales, políticos, pero también la época del movimiento de secesión, con Klimt, Moser; del taller vienés de Schiele y Kokoschka o del psicoanálisis de Freud y todo eso enmarca de una forma muy envolvente la trama.

--Sí, más allá de los palacios y el Concierto de Año Nuevo hay otra Viena más interesante en la que surgen las grandes corrientes de pensamiento del siglo XX, incluso el nazismo, pues las ideas antisemitas de Hitler se alimentan en Viena, una ciudad donde el 20% de la población era judía. Y sí, está el movimiento de secesión, que rompe moldes con el clasicismo y busca expresarse libremente. Inés precisamente representa a ese grupo de mujeres que intenta romper moldes y tener pensamientos propios. Hay que tener en cuenta que Freud, sin pretenderlo, colabora al movimiento feminista al reconocer el deseo sexual de la mujer. Y luego está el mundo suburbial, que implicó que Viena fuese una ciudad pionera en la criminología. Todos creemos, por las series, que eso venía de Estados Unidos y no, Viena fue puntera en la medicina forense precisamente por la necesidad ante sus índices de criminalidad. Por eso, era la ciudad perfecta para una historia que mezcla el arte con crímenes.