Carlos Zanón recorre la Barcelona de los barrios a partir de la mirada de un particular taxista, Sandino, en su última novela, Taxi, con la que ha querido construir «una suerte de evocación del viaje de Ulises», explica al autor barcelonés.

Fuera de las aguas del género negro en las que habitualmente navega, Zanon confiesa que Taxi (Salamandra) es «una novela importante, que ha resultado muy difícil de escribir» y esa dificultad continúa incluso después de publicado el libro: «Tendré que defender la novela entre todo el ruido». Recurre a un taxista como protagonista «por tradición», pues en su familia su padre y sus dos abuelos fueron taxistas, pero también porque «el taxista es un personaje con una fuerte pertenencia a su ciudad».

Argumentalmente, el taxista proporciona a Zanón una estrategia poderosa, pues «su propio trabajo consiste en no saber a dónde va, siempre depende del azar, de los clientes, y le da igual ir a un sitio que a otro. Y esa indefinición, ese no saber quién eres y a dónde vas hace que lleves el caos allí donde vas». A pesar de que la literatura que escribe Zanón se sitúa en la periferia de la novela negra, con Taxi quería salir del género: «Quería probarme con otra mirada, salir de lo que todo el mundo espera que hagas».

El protagonista, un hombre melancólico duda en regresar a casa porque tema que Lola, harta de sus infidelidades, lo deje, pero tampoco está seguro de si desea que eso suceda, como tampoco sabe si le gusta ser taxista.