Respetar los valores tradicionales y materiales pero en una clave contemporánea. Eso le ha valido al estudio aragonés que dirige el bilbilitano Sergio Sebastián el premio Ricardo Magdalena que otorga la Institución Fernando el Católico, por Casa MM, una vivienda particular situada en el municipio de Leciñena.

Esta casa, situada en el centro urbano de la localidad como un nuevo recitno, trata de mantener la idea y equilibrio con los edificios existentes. Esa tradición se pone de manifiesto por los grandes portones de madera que cerraban los patios de las casas monegrinas defendiendo celosamente la vida doméstica del polvo y la aridez cel desierto aragonés. Portones que en el pasado servía para la entrada de carruajes y caballerías y ahora para los coches, según explica el propio arquitecto en su página web.

La vivienda nace en un lugar de largas parcelas entre medianeras, con una construcción habitualmente dispuesta como un tapón en el frente de la calle y con un fondo de parcela libre, para huertos y corrales. Una de las peticiones de los clientes era poder disfrutar de la casa tanto como del espacio exterior, de tal manera que vivienda y patio estuviesen lo más trabajdos posibles.

Aunando ambos planteamientos, desde es estudio se desarrolló una edificación que relaciona todas las estancias de la casa con el patio, que, a su vez, no es si no la misma calle que se pliega y se introduce a través cde un zaguán y transforma el suelo cementado de la calle en un jardín-huerto privado.

ORGANIZACIÓN

Según explica el propio Sebastián, la vivienda se organiza funcionalmente en tres piezas que albergan la cocina, los dormitorios y los aseos, y un espacio-vestíbulo que se ensancha para conformar todas las áreas estanciales, el vetíbulo, salón, pasillo y estudio, completamente abiertos al jardín mediante terrazas y huecos amplios.

Materialmente, la casa se construye con hormigón armado, cuyas franjas definen los orificios con una nueva topografía unida a este patio privado que se introduce y sale a la fachada buscando la continuidad espacial. Los muros se dividen en hojas para evitar pérdidas térmicas y están recortadas y biseladas para aplojar los juecos y muebles exteriores. Hacia el patio, todo el espacio doméstico está cubierto por un techo plano que enfatiza la relación interior y exterior, pero, hacia la calle, el atrio dobla para crear un revestimiento con azulejos de cerámica tradicional, para estrablecer una chohesión con su contexto urbano.

Este no es el primer premio que recae en Sergio Sebastián y su estudio, ya que ganó en 2013 también este mismo premio, el Ricardo Magdalena por la reforma del espacio arqueológico de la sede de la comarca de Daroca; y este mismo año, en 2018, ha logrado el premio García Mercadal de arquitectura interior y efímera; y el Premio Nacional Arquitectura con Ñ por la iluminación navideña de la calle madrileña Preciados.

En esta edición de los premios, el entregado a Sebastián ha sido el único galardón; pero sí que se ha otorgado un diploma al mérito arquitectónico al centenario de la Casa Solans, del arquitecto Miguel Ángel Navarro.

La construcción del edificio situado en la Avenida de Cataluña, 60, comenzó a construirse en 1918 y se realizó según proyecto de reforma y ampliación de una casa, propiedad del industrial harinero Juan Soláns, junto a la torre donde residía el matrimonio y su sobrino Pedro Bernad Soláns. Enfrente, al otro lado de la avenida de Cataluña, se encontraba su fábrica de harinas La Nueva Harinera situada en el antiguo Camino del Gallego posteriormente calle Bielsa.