La catedral de Albarracín abre hoy sus puertas para dar a conocer los trabajos de restauración que a lo largo de seis años han permitido recuperar elementos escondidos de este templo y adecuarlo a los usos de los nuevos tiempos.

La inauguración correrá a cargo del presidente de Aragón, Javier Lambán, que visitará este monumento construido en el siglo XVI sobre una edificación medieval anterior, que en origen debió ser la mezquita mayor de la primitiva medina islámica.

"Hemos rebobinado la historia hasta la Edad Media para documentar el largo proceso de construcción del templo", resume a Efe Antonio Jiménez, gerente de la Fundación Santa María, encargada de la restauración.

El trabajo ha permitido "revalorizar" el patrimonio, mejorar la semblanza de la catedral y actualizar las instalaciones como la calefacción o la electricidad, pero además ha deparado interesantes sorpresas.

Además, han aparecido destacadas huellas medievales arquitectónicas en la capilla de Santa Ana y pictóricas en la del Bautismo, explica Jiménez.

Asimismo, se han rescatados dos capillas íntegras del siglo XVI con destacados murales "de un sorprendente colorido".

La envolvente interior del edificio corresponde a la importante reforma del siglo XVIII, que es la que preside el cuerpo principal del monumento, con decoraciones especialmente coloristas y luminosas, tanto en las bóvedas como en los zócalos interiores en general. En los trabajos de recuperación de la historia del templo los restauradores se han detenido en la catedral del S.XVIII "porque es la última gran reforma de la catedral".

Salvo algunas intervenciones anteriores promovidas por el Ministerio de Cultura y actuaciones de emergencia, la restauración emprendida por la Fundación es la única que ha abordado la recuperación integral del templo, tanto exterior como la rehabilitación interior.

Con esta inauguración la Fundación celebra sus 20 años de vida como una fórmula de gestión del patrimonio "que nació como algo novedoso y se ha convertido en ejemplar" afirma el gerente.

Así, la Fundación gestiona actualmente trece infraestructuras culturales y tiene contratados a 30 trabajadores que atienden a lo largo del año a unas 5.000 personas en 90 acciones culturales diferentes, como cursos o seminarios.