Catherine Merridale retala el crucial viaje de Lenin en tren facilitado por el Gobierno alemán, que le permitió llegar desde su exilio suizo a tiempo de alterar el curso de la revolución y retirar a Rusia de la guerra contra Alemania. Aunque los papeles en que se fundamentaron las acusaciones contra Lenin de ser un espía a sueldo se ha confirmado que eran falsos, no lo es la evidencia de que el dinero del káiser fluyó generosamente en favor de los bolcheviques.