El antiguo Centro Mercantil, en el número 29 del Coso, luce una cuidadosa restauración, obra del arquitecto José María Valero. El edificio, uno de los de mayor solera de Zaragoza, ha emprendido una nueva vida como sede de Cajalón. Su puesta de largo ciudadana se prolonga esta semana con su presentación, mostrando cómo se han conservado sus detalles, las formas arquitectónicas que durante décadas han llamado la atención de los zaragozanos.

Pero el edificio tiene una importante historia detrás. En Zaragoza, la aristocracia y las clases burguesas se repartieron a mediados del siglo XIX en tres grandes asociaciones específicas situadas en la misma calle. Los más conservadores, aristócratas y grandes burgueses invirtieron gran cantidad de dinero para engalanar y crear el ambiente apropiado para la cultura y el ocio de la mano de Ricardo Magdalena en el palacio de Sástago, en el que se instalaron el Casino Principal.

Por esa época los industriales y los comerciantes ricos (la burguesía urbana) mantenían la llamada Tertulia del Comercio en un edificio situado frente al palacio de la Audiencia Provincial, también en el Coso, para fomentar los negocios, mientras adecuaban salones para actividades recreativas. Su presidente más destacado fue Juan Bautista Bruil, economista y ministro de Hacienda con Espartero.

PUERTA DE LA MODERNIDAD

Desde esta tertulia del comercio se impulsó la Caja de Descuentos de Zaragoza, instalada en sus propios locales, que sería el futuro Banco de Zaragoza desde 1856 de la mano de Juan Bruil, quien promovió la ley que permitió la entrada de capitales extranjeros en España; se intervino en la campaña local para la instalación del gas, y se participó activamente en la primera exposición aragonesa, entre otras muchas actividades. En 1858 la tertulia pasó a llamarse Centro Mercantil e Industrial.

En 1875 el Centro se trasladó a la casa de Azara, un palacio del siglo XVI ideado según modelo del cinquecento italiano, situado precisamente frente al Casino Principal. Fue alquilado sólo parcialmente, el primer piso y más adelante se alquiló la totalidad. En 1880, en unos locales del Centro se instaló el Ateneo.

A diferencia del Casino, centrado en un mundo de libros, suscripciones, costumbres y juego, estas dos sociedades burguesas tenían sus puertas abiertas a cualquier impulso moderno de creación de riqueza y desde ese nuevo espacio se llevó la batuta en materia de industrialización regional. Jean Claude Vanhille-Lite, autor del libro Casinos y Círculos de Zaragoza 1830-1908 , afirma que el capitalismo aragonés vino al mundo en el Centro Mercantil. Era un espacio de constitución de empresas, de reuniones de toda índole y en el que, como en el Ateneo, se impartían clases nocturnas. La personalidad de Basilio Paraíso contribuyó a su proyección nacional.

En 1910, El Centro Mercantil compra el edificio y convoca un concurso para reformarlo. El proyecto seleccionado pertenecía al arquitecto Francisco Albiñana, quien demolió la fachada principal y la sustituyó por la modernista, con la colaboración del escultor Dionisio Lasuén. Albiñana, militante socialista y dirigente masón reformó la fachada del centro entre 1913 y 1914 con una ornamentación floral abigarrada.

Albiñana llegó a estar a favor de la huelga de albañiles en un edificio en el que él mismo era promotor. Fue fusilado en los primeros meses de la Guerra Civil en Zaragoza. La remodelación del edificio de Coso,29 se había terminado en 1934.

El Centro instaló un ascensor, se acondicionaron los interiores: el salón pompeyano, el saloncito Luis XIV, el salón Luis XV, el salón café Goya (357 plazas), un quiosco de periódicos, un puesto de limpiabotas, una peluquería, un fumadero (15 plazas), salas de baño, un salón de reuniones de 500 metros cuadrados con un emplazamiento para el palco de la orquesta, una biblioteca (63 plazas), una sala de lectura, una sala de juegos (naipes, ajedrez, billar), un restaurante (300 cubiertos) y otros.

COMPENDIO DE ESTILOS

El edificio es un compendio de estilos que van desde el historicismo en su vertiente renacentista (el salón rojo está inspirado en el siglo XVI), regionalista (el salón de fiestas imita los patios aragoneses) y clásica (la decoración del salón Luis XV y el salón comedor), hasta el preludio de la arquitectura racionalista que Francisco Iñiguez introdujo en algunas salas.

Destaca entre sus presidentes José Pellejero Cucalón (de enero de 1910 a julio de 1914). Hijo de unos modestos agricultores de Luesma, Pellejero creó en París en el año 1875 con unos exportadores aragoneses un negocio de vinos con Francia, afectada entonces por la epidemia de filoxera. En la exposición universal parisina de 1889 fue nombrado comisario honorario del comité español. En 1902 fundó en Cariñena con otro industrial la primera gran fábrica destiladora de licor de la región. En Zaragoza creó la Azucarera de Aragón, la alcoholera del Pilar, Maquinista y Fundiciones del Ebro. Fue comisario general de la Exposición Hispanofrancesa de 1908 y murió en 1922 en Luesma.

Desde septiembre de 1937, durante la guerra civil, parte de los locales del centro fueron destinados a hospital de sangre.

Ya no recobraría nunca la pujanza económica y social que tuvo a pincipios del siglo XX. Pero aún cumplió su papel en la democracia, al ceder sus locales para la celebración del I Congreso del PSA en 1976 o, al año siguiente, acoger al primer mitin del PSOE celebrado en Zaragoza desde 1936.

A su vez, el palacio de los Condes de Sástago tuvo que ser vez desalojado en 1974 por amenaza de ruina. Había logrado crear el ambiente apropiado para las actividades de la nobleza a base del dinero de sus socios y de una actividad corriente en las primeras décadas del siglo XX: el juego. Había celebrado grandes fiestas con ocasión de las visitas reales. Pero la prohibición del juego en 1923 dificultó la supervivencia. Hubo que rebajar la cuota de admisión. Pero engrosó una gran biblioteca antes de convertirse en un bingo.

En cuanto al Centro Mercantil, venido también a menos, al que ya se llamaba casino, fue vendido a un particular en 1986 en medio de numerosos pleitos. Desde entonces, la historia volvió a cambiar, con esta nueva orientación para el siglo XXI.