César Jiménez salió ayer a hombros de la Plaza de Toros de Huesca al término de la tercera corrida de la feria laurentina tras cortar una oreja a cada uno de sus enemigos.

Vicente Barrera logró una oreja en si primero y salió a los medios por su cuenta tras matar al segundo de su lote para lograr una escasa ovación. José María Manzanares también se autorregaló una ovación tras el tercero de la tarde y fue despedido con respetuosas palmas tras matar al sexto.

Con los tendidos llenos en su mitad se lidiaron seis ejemplares de la ganadería de José Luis Marca, sin pitones, nobles, y carentes de fuerza los corridos en cuarto y quinto lugar.

MAL LLEVADA

El presidente de la corrida, Víctor Bernués, olvidó de nuevo su cometido reglamentario, permitiendo la ronda de peones para incrementar el efecto de la espada, cambiando los tercios sin ton ni son y regalando orejas que no habían sido pedidas por la mayoría del público.

Vicente Barrera realizó con su primero una faena marca de la casa, con mucha verticalidad, que fue de más a menos. Con su segundo brindó al público y era tal el tedio de la plaza que muy pocos aplaudieron. Tras una vulgar faena mató de una buena estocada.

César Jiménez, ovacionado con la capa en sus dos toros, realizó al primero de ellos una faena de muleta excesivamente larga en la que tuvo que abusar del toreo de rodillas para ganar el beneplácito del sol. Con su segundo y con la franela volvió a ocupar los mismos terrenos en una labor que nunca levantó el vuelo, rematada con un infame bajonazo.

José María Manzanares solamente se lució en el que cerraba plaza. Pues en su primer toro realizó una faena vulgar y carente de emoción.