Es una historia que hemos visto muchas veces en cine: chico quiere salir de banda criminal y chico conoce chica. Pero Baby driver no es una película de acción y de amor como las demás. Una elegante banda sonora cuyos acordes dominan desde el limpiaparabrisas de los coches hasta la forma de hablar y moverse de los actores convierten al último e híbrido trabajo de Edgar Wright (Zombies party) en un simpatiquísimo chute de adrenalina, con tiroteos, sangre, persecuciones y coches estrellándose. También amor y humor. Ni es una franquicia, ni es de superhéroes, ni es para toda la familia, pero el filme ha arrasado en su estreno en EEUU (30 millones de euros). Ahora llega a España. Y el disco -una selección de 30 canciones, desde Barry White hasta The Beach Boys o Simon & Garfunkel- también. En tiempos de Despacito, qué bien sienta comprobar que la buena música no ha muerto.

Baby (Ansel Elgort) es el protagonista, un chaval molón que parece ingenuo aunque trabaja para una banda criminal liderada por un pez gordo (Kevin Spacey) que se dedica a planificar asaltos a bancos a plena luz del día. Adicto a su iPod y a las gafas de sol, Baby vive para escuchar música y visita con frecuencia la icónica tienda de discos Criminal Records. No lleva una arma, pero es el conductor de la extravagante banda, el que lleva a los ladrones al banco y los saca con cero rasguños. Un crack. Un diablo al volante. Buddy (Jon Hamm), Darlin (Eiza González) y Bats (Jamie Foxx) son los duros, los que empuñan un arman y atracan. La vida de Baby cambia cuando se enamora de una buena chica (Lily James).

FORMACIÓN EN BAILE / Ubicada en Atlanta (EEUU), en Baby driver no aparecen teléfonos móviles. ¿En qué fecha está emplazada? Ni se sabe ni nos importa. Eso es, según el protagonista, lo que puede convertir a la película en «un clásico». «Es única, especial y alucinante. Wright es como Tarantino o Scorsese, un director muy original que no hace franquicias sino que cuenta historias y les da su toque», afirma Ansel Elgort. El realizador buscaba alguien bajito como protagonista. Elgort debe medir dos metros, pero cuando se entrevistó con él y vio que su pasión era la música lo fichó.

Todo está cuidado al detalle, desde las persecuciones hasta el mural que vemos en una de las primeras escenas del filme. El director contrató a artistas locales para pintar grafitis en el set de rodaje y convertirlo en Atlanta, una ciudad vibrante y ecléctica. Como la película.