TITULO: De Korte

AUTOR: Juan Carlos Robles

LUGAR: Galería Antonia Puyó (calle María Sacramento)

FECHAS: Hasta septiembre

Preservar la identidad individual de la indiferencia del espacio público de la ciudad contemporánea es el objetivo de Juan Carlos Robles; para tal fin no duda en convertir los llamados no lugares -instalaciones para la circulación acelerada de personas o bienes, medios de transporte, centros comerciales o campos de tránsito prolongado- en los escenarios de su obras. Para salvar al individuo qué mejor que integrar su imagen anónima, desarraigada y fragmentada en los escenarios de paso: autopistas, escaleras mecánicas, ascensores, pasos de cebra, trenes...

La galería Antonia Puyó presenta por vez primera en la ciudad una amplia secuencia de fotografías y un vídeo de este artista que, por cierto, hubiera dado entidad y significado al mediocre programa expositivo de En la frontera . Juan Carlos Robles ha elegido De Korte para nominar su exposición, y también para hacer alusión a la calle de Johannesburgo del díptico del mismo título, al recurso utilizado en las series Info-Box, Cebra y Broken Down, al corte de la autopista inacabada de Ciudad del Cabo del díptico Pistas y al gesto del corte que crea la imagen fotográfica.

Pasajero que se quiere ciudadano, Juan Carlos Robles decide participar desde el arte en los análisis y estudios antropológicos que atienden a los efectos de las tecnologías de la información en los distintos ámbitos del mundo contemporáneo. La fotografía y el vídeo son los recursos elegidos por él para proponer un encadenado visual de imágenes cruzadas que acaban siendo un reflejo distorsionado en el que se solapan espacios y tiempos, sin apenas solución de continuidad.

Robles aísla fragmentos de no lugares, exponiéndolos a la incertidumbre de un tiempo detenido e incluso inexistente ya en la temporalidad real por la propia naturaleza fugaz del tipo de espacios dinámicos seleccionados. Las imágenes serán objeto de posterior manipulación, lo que les añade un grado importante de intensidad sentimental, implícita ya en la atención de Robles a los individuos arrojados a la intemperie de su propia crisis de identidad. Robles inventa un territorio de transición, en cuyos umbrales de visión persiste la dinámica de los flujos en lugares dispersos e irreferenciales con el objetivo de dar cuenta de un proceso imparable: la precipitada aceleración del pensamiento tecnoeconómico y el descoyuntamiento del espacio de la sobremodernidad.

En la ruptura del nexo técnica-conocimiento, indisociable en el mundo clásico, está el origen de la imposición de la técnica como fin en sí misma y entre sus efectos la presión tan eficaz, interesada y especulativa como tan poco crítica y liberadora, capaz de coagular la ciudad contemporánea. Esa ciudad que el discurso artístico de Juan Carlos Robles convierte en escenario privilegiado para la reflexión.