"¿Hijo, te pasa algo? ¿Estás bien?" Esto fue lo que el padre de Álvaro Ortiz le preguntó al terminar de leer Murderabilia, su ultima novela gráfica donde aborda una historia salvaje sobre el coleccionismo de objetos relacionados con crímenes, que divierte, intriga y engancha a partes iguales.

Entre risas, y asombrado por la pregunta que le hizo su progenitor, Ortiz se confiesa un "tipo muy normal y muy afable", que llegó a esta historia "por casualidad" al leer algunas informaciones sobre este tipo de coleccionismo que tanto morbo despierta, sobre todo en Estados Unidos.

En Murderabilia (Astiberri), este zaragozano nacido en 1983 da un giro de tuerca a este extraño coleccionismo y convierte a su protagonista, Malmö Rodríguez, un chico sin empleo y con aspiraciones de escritor, en el encargado de hacerse cargo de dos gatos negros que le llevarán a conocer a un coleccionista de objetos relacionados con asesinatos y todo tipo de atrocidades.

"La fascinación con este tipo de asesinos en serie viene de hace mucho, y hay un montón de gente flipada con ellos, así que llega un punto en que se convierte en algo tan irreal que, aunque se cargaran a 20 personas, parece algo ficticio", cuenta desde Roma, donde está viviendo tras ganar una beca de cómic de la Real Academia de España.

Objetos reales

Aunque se trata de una obra con un basto trabajo de documentación detrás por la vasta descripción de objetos truculentos, Ortiz prefiere dejar en el aire la veracidad de todos los objetos de asesinos que muestra en el libro.

"Es una cosa que ya hice en Cenizas (Astiberri, 2012). Hubo gente que me escribió preguntando indirectamente por el libro del que hablaba en la novela y me decían que no lo encontraban", bromea. Así que con las dosis de intriga aumentadas por deseo expreso de su autor, Murderabilia se convierte en un relato envuelto en un misterio lleno de sangre, al más puro estilo de La matanza de Texas.

En esta ocasión, Ortiz ha desarrollado la historia en "alrededor de 1.000 viñetas" con una media de 14/15 minutas por página, dato que no logra precisar, porque "no las ha contado", y que convierte a este cómic en una obra de construcción compleja. Una complejidad que, como reconoce, le ha dado "mucho trabajo de diseño". "Por lo que me dicen, he conseguido que un cómic con tanto texto y tanta viñeta sea de lectura fluida", agrega Ortiz, que por primera vez se "ha arrancado" a dibujar escenas de sexo, aquí entre Mälmo y la propietaria de un motel, una trama importante de esta historia, cuyos derechos ya han sido vendidos por Astiberri a Francia, donde se publicará en 2015. "Jamás había dibujado nada --añade-- ni mínimamente sexual, y me ha dado dolores de cabeza. Pero no era cuestión de obviarlo, y, si lo mostramos todo, lo mostramos todo", dice el zaragozano.