Con la retirada del código de vestimenta que la plataforma feminista Time’s Up había impuesto en anteriores galas, como los Globos de Oro y los Bafta, la pasarela de los Oscar perdió la unidad argumental y, a cambio, ganó en variedad de estilismos y de colores. Rojos, azules, blancos, metalizados y, sí, también negros, devolvieron a la alfombra la paleta cromática habitual en estas galas.

Una vez retirada la marea negra, se generalizó la presencia de insignias de Time’s Up. Jane Fonda, por ejemplo, lució una prendida en su Balmain blanco con hombreras y escote cuadrado puntiagudo. Blanco fue también el Chanel de la protagonista de Yo, Tonya, Margot Robbie, que despuntó en la alfombra roja gracias a los detalles: una delicada cinta brillante que partía del escote palabra de honor para caer sobre los hombros, y dos aperturas que generaban dos capas acabadas en cola.

Otras, como Salma Hayek (una de las voces más sonadas del movimiento contra los abusos de género en la industria), prefirieron dejarse el pin en casa. Claro que el vestido malva de la actriz mexicana, de volantes totalmente cubiertos de lentejuelas y con hombreras conectadas mediante un cuello de aplicaciones brillantes, no necesitaba más adornos.

Igual de brillante pero más favorecedor fue el vestido rojo pasión de Allison Janney, elegida mejor actriz de reparto por Yo, Tonya. Las mangas largas hasta el suelo y abiertas desde el antebrazo dieron la tónica romántica al diseño, que ganaba en elegancia gracias al escote en V y la cola. El rojo vívido fue una de las apuestas ganadoras, elegido por actrices de la talla de Meryl Streep. Como siempre, acertó, esta vez con un vestido con escote de pico, media manga y un discreto y finísimo cinturón forrado de la misma tela.

La competencia del frente rojo la ejercercieron las mujeres con armadura metalizada, como Jennifer Lawrence, Gal Gadot, Sally Hawkins y Lupita Nyong’o. Esta última deslumbró con un vestido asimétrico, de una tela dorada con estructura. Más sencillo y mate era el Dior de Jennifer Lawrence, en color oro viejo, pero con el mismo carácter fuerte y femenino. Gal Gadot optó por un vestido reminiscente de los años 20, con finos tirantes y flecos en el bajo, gruesos, metalizados, pero llenos de movimiento. Y romántico era el vestido rosado de Sally Hawkins, de manga larga y con grandes lentejuelas negras en el bajo.

En el sector masculino, hubo menos imaginación, aunque no pasaron desapercibidos James Ivory y Timothée Chalamet. El primero, con una original camisa estampada en honor a la película, y el joven actor, con un traje blanco con botines negros.