Los últimos rayos de sol marcaron el inicio de la fiesta, ya que Zaragoza se echó a la calle para celebrar la Noche en blanco, con más de 180 actividades distribuidas por toda la ciudad, aunque muchas concentradas en el Casco Histórico. Los grandes protagonistas, la calle, que congregó a unos que iban papel en mano buscando las actuaciones con otros que directamente se las encontraban; y los edificios, que rara vez abren sus puertas al público. Cientos de personas hicieron filas, por ejemplo, para visitar la sede de Bantierra (antiguo Casino Mercantil) o Capitanía --reabrió ayer sus puertas--, por no hablar del recién inaugurado CaixaForum que, a las diez de la noche había sido visitado por más de 4.000 personas.

Mantenerse despierto y disfrutar de la cultura era el objetivo y vaya si se logró, gracias a la música, el teatro, el arte, las visitas guiadas o el baile. En la Delegación de Gobierno el suelo era negro y allí bailaban al ritmo de la música en directo en La Cúpula, un lugar para disfrutar de los sonidos, la contemplación y la introspección.

Cerca de allí, un peto verde marcaba a los fotógrafos que participaban en un maratón de imágenes, que a veces se mezclaba con una charanga de una despedida de soltera, vestidos todos de naranja; y no muy lejos de allí, una veintena de personas admiraban en la tele no una actuación, sino a la selección amarilla (la brasileña), que pasó a cuartos en el Mundial.

La plaza Ariño acogió a Binomio con su espectáculo de cuentacuentos para toda la familia, protagonizado por el color blanco de la vestimenta de las cuentistas y el azul del mar de las historias de la sirena Serena y el humano Usbaldo.

El cementerio celebró la Noche en negro, como no podía ser de otra manera, con rutas guiadas y la proyección de la película Orosia, de Florián Rey. Los colores se mezclaron en las filas, y también las conversaciones. "Hay pocas oportunidades para entrar al antiguo casino mercantil y no queríamos perdérnoslo", decía una pareja mientras esperaba para entrar en la actual sede de Bantierra; otros, sin embargo, habían apostado por visitar Capitanía, que acaba de abrir sus puertas tras unas obras.

ÉXITO DEL CAIXAFORUM El centro fue un hervidero de gente; pero si hubo una estrella en la jornada, tanto matinal como nocturna, fue el color gris del hormigón y las trasparencias de los cristales del CaixaForum, que para eso era la novedad.

La propuesta nocturna del nuevo edificio de La Caixa fue la de confrontar dos obras de arte de las exposiciones de arte contemporáneo con las que han inaugurado el centro y que pertenecen a su colección.

Pero fueron muchos los que no quisieron esperar hasta la noche para conocer ese edificio que tanto llama la atención; y el veredicto fue unánime, todos quedaron impresionados por el interior del CaixaForum.

César Sanjuán acudió con su familia. "Es muy chulo", reconocía mirando a su hija pequeña. La tienda es "espectacular", aunque también les gustó mucho el edificio ("pone a Zaragoza a la altura de París o Londres") y las salas de exposiciones ("es un lujo poder ver obras de la talla de Oteiza y otros autores"), aunque su hijo decía que él también era capaz de pintar alguna parecida.

Nancy Llinares vive en Benidorm pero este fin de semana lo ha pasado en Zaragoza "Nos ha gustado mucho", aseguró. María, una de sus hijas, vive en Madrid y está estudiando arquitectura: "Por dentro está muy bien y, aunque parece complicado su estructura es muy sencilla, dos cuadrados unidos", dijo.

De "interesante, moderno y vanguardista" lo calificaron Luis Pérez y Valentina Puentes, dos zaragozanos que han ido viendo paso a paso su construcción. Además del edificio, les gustó la terraza y las vistas, aunque también reconocieron que su modernidad contrasta con los edificios cercanos.

Para Jorge Dueñas, de Valladolid; y Francisco Pamplona, de Zaragoza es "moderno y elegante". El viernes por la noche lo vieron iluminado y ayer lo fueron a ver de día y "es estupendo". Para Rosa Esteban y Ayla Saldaña, "precioso, sobre todo arquitectónicamente"; mientras que María Jeús Navarro y Conchita Romero, que lo visitaron el primer día "para que no nos lo cuenten", destacaron el edificio ("porque de arte no entendemos mucho") y el "café de la cafetería". Y es que el objetivo marcado por la arquitecta Carme Pinós ya se está cumpliendo y los zaragozanos están haciendo suyo el CaixaForum. Hoy, más.