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Mañana empieza todo

Hugo Gélin

Versión francesa, casi un calco, de la película mexicana No se aceptan devoluciones que insiste en su esquema argumental. Mañana empieza todo arranca como Tres solteros y un biberón, se disfraza de Kramer contra Kramer y, en un giro muy forzado, se acaba convirtiendo en un melodrama lacrimógeno. Hasta la casa del protagonista, que parece una juguetería, está replicada al detalle. El mejor gag, sobre el cineasta Wong Kar-wai, es ingenioso, pero de tanto repetirlo cansa. Todo para explotar el carisma de Omar Sy, eso sí, más creíble como seductor que el original. EDUARDO DE VICENTE